Hoy se escriben, editan y publican más libros que nunca, en una época en la que se lee menos que nunca. ¿Cómo se entiende eso?
Vivimos en la edad del desperdicio. Las cosas se desperdician cuando se tienen en exceso. En las basuras de las ciudades se encuentran montañas de restos de la infinidad de cosas que se producen, se compran, y no se consumen o se consumen en parte, y el resto va a dar a los contenedores de basura: alimentos, ropa, juguetes, aparatos eléctricos/electrónicos, CD, DVD, cartones, toda clase de plásticos, y últimamente también, muchos libros.
El libro, como objeto físico, no tiene hoy el valor que tenía hasta hace algún tiempo. En aquel entonces, la gente compraba un libro y lo leía (o no), lo ponía cuidadosamente en su biblioteca, y si alguien se lo pedía prestado, lo hacía, exigiendo que por favor al terminar de leerlo se lo devolvieran. No devolver un libro prestado podía significar un disgusto entre las dos partes. Hoy día eso difícilmente sucedería. Hasta se te olvida que has prestado ese libro. Porque el libro ha perdido el respeto que antes se le tenía. Ahora es un objeto más, que se ha vuelto incómodo en la casa, ya no tiene espacio, hay que salir de él como sea.
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