Alemania aprueba el matrimonio gay

La aprobación ayer del matrimonio gay en Alemania es un paso fríamente calculado de Angela Merkel.

¿Por qué cambió súbitamente Angela Merkel de idea sobre el matrimonio gay? La respuesta a esta pregunta se podría resumir en dos palabras: por pragmatismo. En política, hasta las convicciones más profundas se pueden hacer a un lado si se trata de garantizar el poder del partido. “París bien vale una misa”, dijo el protestante Henry IV en 1589 y se coronó rey de una católica Francia.

Durante años, Merkel y su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se han opuesto al matrimonio homosexual. Esto había dejado a Alemania atrasada en el tema del matrimonio gay con respecto a muchos otros países del mundo. ¿Por qué le ha costado tanto a Alemania dar este paso? Según algunos comentaristas, porque los alemanes son personas muy reflexivas, dados a discutir los temas de manera exhaustiva antes de tomar decisiones importantes. Quizás. Sin embargo, el cambio de Merkel se produjo de un día a otro. Hasta hace poco, ella, y otros miembros prominentes de su partido, expresaban que el matrimonio debía ser heterosexual para producir niños que son la base de la sociedad. Ni la más mínima seña de estar dudando de lo anterior. Hasta el lunes pasado cuando dio un giro de 180 grados.

En septiembre de 2017 habrá elecciones federales en Alemania. En este momento, todo hace pensar que el CDU de Merkel con el CSU su ala de Baviera será el partido que más votos obtenga. Pero muy probablemente no obtendrán los suficientes escaños en el parlamento, Bundestag, para gobernar cómodamente, y deberán, una vez más, recurrir a alianzas con otros partidos, en concreto, con los socialdemócratas del SPD, con los verdes, y el Partido Democrático Libre FDP. Pero estos partidos le hicieron saber a Merkel que no estaban dispuestos a entrar en una coalición de gobierno mientras no se garantizara el tema del matrimonio igualitario.

Fue como un ultimátum. Y Merkel cedió.

Ayer fue la votación en el Bundestag y, como ya se esperaba, por amplia mayoría –393 votos a favor, 296 en contra y 4 abstenciones– se aprobó el proyecto de ley que da vía al matrimonio de homos y lesbianas. Merkel misma, aunque quería/necesitaba que ganara el “sí”, votó “no”. Se pudo permitir “votar a consciencia”, como dijo, porque ella sigue creyendo que lo ideal es que el matrimonio sea entre hombre y mujer, porque bien sabía que más de 70 miembros del bloque del CDU votarían “sí”, como efectivamente hicieron, garantizando la aprobación de la ley. La nueva legislación permitirá también a las parejas del mismo sexo adoptar niños.

Una jugada hábil de una política inteligente. Ahora que ha sido aprobado, que el asunto está resuelto, este tema quedará por fuera de la campaña electoral. Un detalle más bien desfavorable para los tres partidos que presionaron el aceleramiento de la votación de un tema del que esperaban sacar provecho. Y si bien esto podría restarle al CDU votos en áreas rurales, le va a sumar votos en las ciudades. El votante conservador urbano tiende a ser más liberal que los del campo en estos temas. Está más acostumbrado a la realidad gay, que se expresa sobre todo en contextos urbanos. Además, al igual que en otras partes del mundo, la homosexualidad no es hoy extraña en el mundo de la política. Hay muchos reconocidos gay en altos cargos gubernamentales. Nadie se escandaliza con esto. Una encuesta de principios de este año, dio como resultado que la mayoría de los alemanes no se oponía al matrimonio de personas del mismo sexo. Así pues, se estaban demorando los muy reflexivos alemanes en dar el paso.