Hamburgo protesta contra los ricos del mundo

Cuando los Gobiernos de los 20 países más ricos del mundo se reúnen a planear la manera de incrementar su riqueza, es lógico que se desate una fuerte oleada de protesta contra un sistema que está aumentando la desigualdad y acelerando la destrucción de la naturaleza.

Welcome to hell es el lema que se ha dado una de las plataformas de organizaciones que protestan estos días en Hamburgo contra el capitalismo y contra un modelo de globalización que beneficia principalmente a las grandes empresas. El capitalismo es hell (infierno)

La idea de organizar la cumbre del Grupo de los 20 en Hamburgo no pudo ser más acertada. No solamente porque, por un lado, el nombre de esta ciudad está muy asociado al capitalismo avant la lettre –Hamburgo, ciudad hanseática, la expresión del libre comercio ya en la Edad Media–, sino porque ésta es también la ciudad de la protesta anticapitalista por excelencia. Los encantadores barrios de St Pauli y el Schanzenviertel son reconocidos centros del anarquismo y el antifascismo en Alemania. En Hamburgo hasta el equipo de fútbol local es libertario y agitador. Muchas de las manifestaciones que ya se han desarrollado estos días y seguirán desarrollándose en los siguientes, tienen lugar en estos barrios, considerados los más izquierdosos de la ciudad. La Cumbre misma tiene lugar el 7 y 8 de julio. La contra cumbre, es decir, las actividades de protesta comenzaron ya desde principios del mes.

En términos numéricos, esta contra cumbre parece ser la protesta anticapitalista más grande de todos los tiempos. Se calcula que a la ciudad han llegado unos 100.000 protestadores de muchas partes del mundo, pertenecientes a centenares de las más diversas organizaciones no gubernamentales NGO, partidos políticos de izquierda, centros de estudio, sindicatos. Aunque estará en manos de una minoría, los desórdenes, ventanas rotas y otros destrozos no están excluidos, con el interés de afectar la Cumbre. Lo que muy posiblemente no lograrán, porque los presidentes y sus funcionarios permanecerán encerrados en los sitios de reunión a los que no tiene acceso nadie del común.

Es por eso que junto con el montón de activistas ha llegado también una enorme fuerza policial con refuerzos de otras ciudades del país. Se habla de múltiple vigilancia con cámaras, drones, helicópteros, tanques de guerra, perros policiales, vehículos antidisturbios con cañones de agua, y toda clase de aparatos espías de alta tecnología. Países como Estados Unidos han llegado con todo un arsenal de vigilancia para proteger a su presidente Trump.

Y como seguramente se van a producir muchas detenciones, se previó la creación de un centro temporal de reclusión que pudiera albergar a centenares de presos en un lugar, naturalmente, muy alejado del sitio en donde se desarrolla la cumbre.

El abanico de temas de la protesta es enorme, pero el acento de lo que se debate estos días estará puesto en particular en el cambio climático, un asunto que se ha vuelto más urgente después de la salida de EEUU del Acuerdo de París; la sobreexplotación de los recursos naturales; la crisis humanitaria que ha generado la política inmigratoria de Europa; el comercio justo, y la necesidad de reducir la brecha entre ricos y pobres.

Grandes segmentos de la sociedad se han quedado por fuera de los beneficios del desarrollo. En esto radica también la inmigración masiva de los últimos años. Si Europa quiere ver menos gente atravesando el Mediterráneo y penetrando sus fronteras tendrá que disponerse a darle a los países del Sur un acceso justo a la economía mundial. Mientras los jóvenes africanos no encuentren trabajo en sus países de origen tienen que salir a buscarlo en esos lugares en los que saben que sí hay. Esta es la perspectiva de los que debaten en la contra cumbre y la que no quieren ver los Gobiernos.

La protesta también se ha expresado a través del arte. Como la performance artística 1000 Gestalten (1000 Figuras)  que muestra a personas como zombis cubiertos con arcilla de la cabeza a los pies.

Y con bastante humor, como que el que se aprecia en esta imagen de unos somnolientos Erdogan, Trump y Putin (quizá los tres presidentes más controvertidos entre los que asisten al evento) que promueve una bebida con mucha cafeína.

Más aún, para fastidiar a los de la Cumbre, alguien ha propuesto que les sirvan todos los días la espantosa cocina del norte de Alemania.

Anguila ahumada, con peras, frijoles y tocino, y una cosa que se llama Labskaus, que es carne molida con arenque en escabeche, remolacha, y todo cubierto con un huevo frito. Guten Appetit! Lástima que lo más seguro es que esto tampoco suceda porque se sabe que algunos de estos presidentes suelen viajar acompañados de su propio equipo de chefs de cocina.

El domingo 9 de julio todo habrá acabado. Las llamas del infierno se habrán extinguido y los hambugueses volverán a disfrutar de la calma del verano en las terrazas y parques del Schanzenviertel. Los presidentes y funcionarios volverán a sus países, y los activistas a los suyos. No se habrán visto, ni hablado, ni escuchado los unos a los otros. Esperemos, sin embargo, que el mensaje de cambio les haya llegado aunque sea por internet. El capitalismo salvaje de hoy es insostenible, está agotando los recursos del planeta y poniendo a una gran parte de la población en un estado de cada vez mayor precariedad.