Migración – Huyendo de la pobreza y el conflicto

Ellis-Island-imageLa única manera de solucionar verdaderamente el problema de la migración es creando las condiciones en los países de origen para que la gente no tenga necesidad de emigrar.

De nada sirve que hoy los países receptores de población migrante pongan toda clase de obstáculos, que dificulten los trámites hasta hacer prácticamente imposible el ingreso, o que levanten muros y barreras de contención de varios metros de altura en las fronteras. Mientras haya gente viviendo mal, sin futuro para ellos y sus hijos, muchos estarán dispuestos a correr cualquier riesgo para llegar a un país próspero que les ofrezca un futuro.

Desde los comienzos de la historia de la humanidad la gente se ha desplazado hacia otros lugares cuando el sitio en donde vive ya no le ofrece las condiciones mínimas suficientes para llevar una vida decente. Es decir, cuando no existen las garantías básicas de alimentación, salud, educación, y seguridad, la gente tiene que irse. Es una obligación de la naturaleza, del instinto y de la razón. Migrar es un impulso humano de supervivencia.

¿Se podría hacer otra cosa con la plata del viaje?

Via: TYWKIWDBI (“Tai-Wiki-Widbee”)
Via: TYWKIWDBI (“Tai-Wiki-Widbee”)

Un dato sorprendente que aparece a menudo en las noticias sobre las barcazas que atraviesan el Mediterráneo cargadas de hombres, mujeres y niños provenientes del África subsahariana con el fin de llegar a las costas del sur de Europa es el alto costo monetario de estas travesías. El emigrante, quien sin duda no ignora los peligros que le esperan, ha estado dispuesto a pagarle al traficante miles de euros para que lo transporte al otro lado. ¿Por qué no es posible que esta persona invierta en su país los mil euros o más que le ha costado el viaje en algún proyecto que le produzca algunos resultados económicos que con una buena asesoría se podrían ir incrementando hasta permitirle vivir de su trabajo?

microcreditoHace algún tiempo se pusieron en marcha  programas de microcrédito en el mundo. Con un pequeñísimo capital (que a veces no llegaba ni a los cien euros) una familia lograba establecer alguna forma de negocio que le permitía generar un ingreso. En una página en internet de la FAO encontré el caso de una mujer joven que empleó un préstamo de 80 dólares para comprar arcilla y barniz con destino a un pequeño negocio de cerámica en la República Dominicana. Una institución de microfinanciamiento le siguió haciendo pequeños préstamos todos los años y al cabo de un tiempo la mujer tenía una empresa de siete empleados. Como ésta hay muchísimas más historias exitosas de lo que se puede hacer con un pequeño capital siempre que se cuente con un respaldo.

No es mi intención abogar por, o criticar, el sistema del microcrédito. Supongo que, como todo, tiene aspectos positivos y negativos, y que al lado de historias como la de esa mujer, habrá también numerosos casos de fracaso. Pero no puedo evitar pensar en esa posibilidad cada vez que escucho que alguien ha pagado miles de euros por la ilusión de un porvenir en Europa, con grandes riesgos de perecer en el intento, de sufrir tortura, humillaciones e incluso de ser deportado, perdiendo la plata en todos los casos. ¡Qué mal deben estar las cosas en esos lugares para que la gente esté dispuesta a entregar en la aventura todo lo que materialmente le queda, e incluso su vida y la de su familia!

Desafortunadamente esa posibilidad no existe en la mayoría de los países y lugares que exportan población. De nada sirve que alguien reúna un pequeño capital, de nada sirve que posea ciertas habilidades, ciertas aptitudes, cierta educación porque el entorno no le da la posibilidad de canalizarlas y generar riquezas a partir de ellas. Sin instituciones que apoyen el desarrollo, sin infraestructura, sin un mínimo de protección estatal la gente vive como en un desierto del que tiene que irse.

Las soluciones

One Europe info
One Europe info

Según me entero por la prensa, desde la Segunda Guerra mundial el continente europeo no había visto un desplazamiento de población de escala tan masiva y compleja como el que se está viendo estos días. En lo que va corrido de 2015, unas 270.000 personas (migrantes económicos y solicitantes de asilo) han llegado a Europa por vía marítima. Esa cifra es mucho más grande que el total de 2014. La actual crisis migratoria ha hecho decir esta semana a Angela Merkel que solucionar el problema de la migración, “es el próximo gran proyecto europeo”. Y a diestra y siniestra surgen toda clase de propuestas y ‘soluciones’: desde las de línea dura de no permitir en Europa ni un inmigrante más (¡devuélvanlos a todos!), pasando por las pragmáticas (Europa necesita inmigrantes porque el envejecimiento de su población está reduciendo la mano de obra), hasta las propuestas humanistas que invitan a los hogares europeos a recibir en su casa a un inmigrante.

BlendspacePero nadie alude a la raíz  del problema, que es a donde habría que ir para encontrar una verdadera solución. La raíz está en la pregunta sobre por qué la gente tiene que emigrar. Una respuesta honesta a esta pregunta les resultaría demasiado incómoda a los países del Norte, por eso, a pesar del punto crítico alcanzado por este masivo desplazamiento, a los gobernantes europeos les conviene más proponer un ‘gran proyecto europeo’ que combine el pragmatismo con una dosis de solidaridad –por aquello de los valores humanistas europeos- que es lo que a fin de cuentas propone Merkel con su ‘gran proyecto’. Y no hacerle frente a la realidad de que el actual orden económico internacional es el que ha llevado al mundo a estos extremos. Este orden es injusto con los países del Sur y ha conllevado a un aumento de la pobreza y la miseria en muchas regiones. El deterioro de la  situación económica está con frecuencia en la base de los grandes conflictos que estallan en esas regiones empeorando aún más las condiciones de vida de sus pobladores que no ven otra alternativa que abandonar sus casas.

Imagen: Polaris Institute
Imagen: Polaris Institute

Si el mundo se rigiera por políticas comerciales justas, los países del Sur tendrían la posibilidad de competir de verdad y de vender bien sus productos en el mercado internacional. Pero es el mundo rico del Norte el que pone las reglas del juego y mueve las cuerdas. Son las grandes empresas transnacionales (en su mayoría) del Norte las que se aprovechan de la tierra y de los recursos naturales del Sur para su propio beneficio. Las regalías que dejan estas empresas no compensan la magnitud de lo que extraen, y su actividad económica no les genera bienestar a los habitantes, y por el contrario les deja los suelos empobrecidos, contaminados, y las regiones devastadas ecológicamente. Ahí está el Delta del Niger contaminado por la Shell como ejemplo. Las grandes empresas mineras, petroleras, agrícolas del Norte (con el aval de sus respectivos Gobiernos) son en gran parte responsables del empobrecimiento de amplias zonas del Sur, del África, Asia y América Latina. Si hubiera una autoridad internacional que obligara a estas empresas a actuar correctamente probablemente sus ganancias serían menores pero la población local se beneficiaría y el medio ambiente se afectaría menos. La gente no tendría la necesidad de irse.

Cuando los funcionarios de la Unión Europea se pregunten qué hacer para resolver la crisis migratoria, no sería mala idea que se documentaran sobre la realidad de las regiones que más exportan población. Qué pasa en países como Senegal, Mali, Costa de Marfil o Nigeria que componen los grupos mayoritarios de personas  que han cruzado el Mediterráneo este año. Todo ellos países ricos llenos de gente pobre, porque la riqueza la aprovechan otros. Es aquí donde hay que actuar.

Fiona Katauskas' cartoon
Fiona Katauskas’ cartoon

Ni siquiera atacar las redes de traficantes (algo que algunos proponen como la gran solución) servirá de mucho porque, como en cualquier negocio ilegal, cuando cae una mafia surge otra mientras el negocio persista. Tampoco un incremento en la mal llamada ‘ayuda para el desarrollo’ (que es como una limosna del Norte al Sur, y que ha disminuido últimamente) serviría de gran cosa teniendo en cuenta que no ha producido resultados en tantas décadas. La única solución pasa por comenzar a tratar con los países de igual a igual.

Cuando Estados Unidos invadió los países de Centroamérica con maíz, arroz, y papa producidos en suelo estadounidense, altamente subsidiados, y por tanto más baratos, destruyó la economía de esos productos básicos de los campesinos centroamericanos creando las condiciones para que emigraran. ¿Por qué se extrañan entonces de que estos campesinos estén emigrando hacia el Norte?

Cualquier ‘gran proyecto’ para solucionar la migración es una hipocresía si no tiene en cuenta el tema del desarrollo en las regiones de origen. Pero no el desarrollo tal como lo entienden los grandes poderes económicos del mundo de hoy, lo que en el contexto agrario significa el despojo de los campesinos de sus fincas para que entre una multinacional a crear una mega plantación y les dé trabajo allí como asalariados. Se trata del concepto moderno de desarrollo humano lanzado por Naciones Unidas (el PNUD), que promociona el potencial de las personas, que mejora las condiciones de vida de “los miembros de una sociedad a través de un incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un entorno social en el que respeten los derechos humanos de todos ellos”. Estos objetivos de desarrollo no se están cumpliendo y mientras tanto aumentan las masas de pobres.

Es verdad que el desarrollo así entendido no es una solución que está a la vuelta de la esquina. Es una solución de mediano y largo plazo que tomará años y necesitara de mucha voluntad política. ¿Pero por qué no empezar desde ya a construir un mundo que reduzca la necesidad de la migración económica?

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