En tiempos de exceso, ¡a quién creerle!

ArteSabioIISi hay algo casi peor que no poder saber algo que deseamos saber es quizás poder saber demasiado al respecto.

El fácil acceso a toda clase de información gracias a internet nos hace vivir con el convencimiento de que tenemos el conocimiento al alcance de la mano. Basta un par de clics para enterarnos de cualquier cosa, desde lo más banal hasta lo más sofisticado.

Sabemos, por ejemplo, dónde están todos los restaurantes de la ciudad, podemos comparar sus precios, tipo de cocina, leer las reseñas positivas y negativas de los clientes y con base en todos esos datos tomar una decisión para salir a cenar esta noche. Sabemos cómo era la vida en la antigua Alejandría en tiempos de Eratóstenes. O la distancia exacta entre la Tierra y cada uno de los planetas del sistema solar. En fin, que lo único que necesitamos es el deseo para enterarnos de todo el saber que ha acumulado la humanidad a lo largo de su historia. Y eso nos da, a la gente de hoy, una vaga sensación de arrogancia. ¡Cuánto mejor estamos ahora que en el pasado! Un sentimiento que dicho sea de paso, no es específico de esta época. Por lo general los avances tecnológicos y científicos les han hecho creer a todas las generaciones que ellos viven en un mundo mejor que el de sus antepasados. ¿Será verdad?

¿No es más bien un problema tener que decidir entre tantos restaurantes?

mujer-influenzaNo he podido evitar pensar en esto ahora que se anuncia la próxima ‘temporada de influenza’. Llevo quince años poniéndome la vacuna antigripal para prevenir una gripe fuerte en esta temporada que suele comenzar a finales del otoño y durar hasta casi fines del invierno. Una debilidad bronquial crónica me hace más susceptible que otras personas a enfermarme en este periodo. La vacuna está aconsejada sobre todo para niños, ancianos y personas con afecciones respiratorias. Esta es una información básica en la que yo he creído durante años sin el más mínimo cuestionamiento.

No ignoraba que la vacuna también tiene sus enemigos –gente que asegura que no sirve para nada y que es sólo un negocio de las farmacéuticas que la producen. Pero nunca he hecho caso de estos comentarios teniendo en cuenta mis propias estadísticas: en mis años pre-vacunación me daban por lo menos tres gripes al año, una de las cuales muy fuerte. En los últimos 15 años he tenido solamente dos gripes fuertes, lo que sobrepasa las expectativas de los fabricantes quienes venden la vacuna anunciando que es efectiva solamente en un 70 por ciento de los casos. Además, no es un secreto que las farmacéuticas se enriquecen, especialmente con las vacunas. ¿Pero esto a quién le importa cuando el remedio es bueno?

Así, todos los años en cuanto empieza la ‘temporada de influenza’ y durante los seis meses que siguen, mientras veo a mis compañeros de trabajo anunciar una y otra vez que se quedan en casa porque están agripados, yo, con mi nueva dosis reforzada contra los nuevos virus, sigo sin saber lo que es un estornudo. Y me río para mis adentros cuando, en medio de mocos y tosidos, los compañeros siguen insistiendo en que no creen en la vacuna, y para no declararse del todo derrotados por la evidencias que les presento, dicen sentirse compensados porque al menos la gripe les permitirá quedarse dos o tres días en casa. ¡Pírrico beneficio!

De este modo he estado convencida y feliz durante todos estos años de las bondades de la vacuna. Hasta el otro día en que, buscando en internet información sobre ciertas medicinas, me encontré con un artículo que me pareció serio de una página web que me pareció también muy seria, que desaconsejaba con argumentos sólidos la vacuna. Es sólo un artículo, me dije, no voy a echar por la borda quince años de buena experiencia en carne propia a cambio de un artículo negativo, aunque parezca serio. Pero me entraron las dudas -¿no estaba siendo demasiado confiada? La confianza del ignorante- así que decidí hacer mi propia búsqueda para aprender más.

computers-pc-meme-angry-guy_www.wall321.com_45Ahora me arrepiento de haberlo hecho. ¿No habría sido mejor permanecer en la ignorancia?

Resulta que la vacuna es bastante más polémica de lo que yo pensaba. Cuando uno lo ignora casi todo sobre un tema complejo o polémico, una búsqueda en internet sólo lleva a una enorme acumulación de datos que sólo sirve para ahondar la confusión y aumentar las dudas. No viene al caso resumir aquí el contenido de todo lo que encontré en artículos, videos y  entrevistas (la vacuna podría ayudar a detonar enfermedades horribles), sólo la conclusión a la que llegué: ahora sé tanto sobre esto que no sé nada. Y lo que es peor, he caído en un dilema: ahora no sé lo que voy a hacer dentro de un par de meses cuando comience la maldita ‘temporada’.

No todo el mundo tiene el don de William James (en la imagen de arriba) para discernir con cuáles datos se queda y con cuáles no. ¿Qué habría dicho el filósofo James sobre estos dilemas en los que nos ponen los excesos de saber de nuestros tiempo?

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2 comentarios

  1. Muy interesantes tus reflexiones… En tiempos de pluralidad y diversidad, es cierto que resulta difícil optar… Paradójicamente, tantas opciones acotan nuestra libertad o la hacen más ardua, al menos al momento de deliberar y optar… Un abrazo para vos… Aquileana 🌼🌷

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