Handel en tiempos de fútbol

2014-FIFA_World_Cup¡A quién se le ocurre ir a la ópera en medio de la Copa Mundial en Brasil!

Orlando FestNo hay dos espectáculos más divergentes que una ópera y un partido de fútbol. Y no precisamente por el precio de las entradas, porque si bien en materia de espectáculos de música clásica la ópera es siempre el más caro de todos, según entiendo los tiquetes de entrada a un estadio de fútbol no son precisamente regalados. Y qué decir cuando se trata de una competición mundial. Con lo que se gasta un fanático del fútbol viajando hoy desde cualquier país del mundo al Brasil a ver, digamos, tres partidos de la Copa, un amante de la ópera podría disfrutar de toda la temporada en Salzburgo (cuyos precios son exorbitantes) en un hotel de varias estrellas, comiendo y bebiendo en los mejores restaurantes de la ciudad. Y además de los precios, creo que es posible decir que tampoco en el goce de estas dos experiencias debe haber mucha diferencia. Las emociones que le producen a un amante del fútbol ver jugar a Neymar o a van Persie podrían ser comparables a las emociones que le producen al fanático de la ópera ver a Cecilia Bartoli cantando La Cenerentola de Rossini.

Pero esto es todo. Porque aparte de esto, el fútbol y la ópera constituyen dos universos alejados. El fútbol es el espectáculo de masas por excelencia. Miles de millones de personas en el mundo tienen por estos días los ojos puestos en los estadios del Brasil. La ópera es el show de la elite. Si transmitieran por televisión El caballero de la rosa de Richard Strauss a la misma hora en que transmiten uno de los partidos de la Copa Mundial en una ciudad de un millón de habitantes de un país occidental, probablemente no más de cien habitantes eligirían el canal de la ópera. [Esta cifra no está basada en ninguna estadística conocida, es una pura apreciación mía). Ópera y fútbol son sobre todo dos mundos cuantitativamente distantes.

4792199_orlandoEste fue el tema en el que me entretuve pensando el viernes pasado durante la pausa de la ópera Orlando de George Friderich Handel. En el precioso bar del primer piso del Schouwburg, el teatro de la ciudad, el público bien trajeado, bebiendo Sauvignon Blanc en copas grandes, conversa discretamente sobre la maravillosa puesta en escena de la obra, o sobre los encantos del barroco, o la exquisita voz de Bejun Mehta, el contratenor más solicitado del momento, en el rol de Orlando. El foyer del teatro es amplio, de techos altos y grandes ventanales. Como ya casi es verano, todas las ventanas estaban abiertas.

El teatro está localizado en pleno centro de la ciudad, en la Leidseplein (la Plaza de Leiden) uno de los puntos más calientes de Ámsterdam cuando hay partidos de fútbol. Caliente no solamente por la gran cantidad de cafés futboleros que rodean toda la plaza, con sus pantallas enormes de televisión, que se colman de aficionados cada vez que juega Ajax o que hay algún partido importante de la selección nacional. Caliente también porque esos partidos a veces (por razones misteriosas, pues puede suceder cuando pierde Ajax pero también cuando gana) terminan en destrozos. En días de fútbol la plaza entera huele a cerveza y cada vez que marcan un gol a favor el ruido es atronador.

Leidseplein_Amsterdam3Casualmente la pausa de Orlando coincidió con la pausa del partido Holanda-España que en ese momento se jugaba en Brasil. Desde una de las ventanas del teatro se podía apreciar abajo en la plaza un revoloteo anaranjado de camisetas, sombreros, plumas y toda la parafernalia naranja que acostumbran lucir los aficionados en estas ocasiones. Curiosamente no había mucho ruido, tal vez porque la gente estaba nerviosa, solo había pasado la mitad del partido y el marcado era 1-1. La gente estaría comentando los goles, las injusticias del árbitro, los goles que pudieron ser y no fueron.

Schouwburg2Así, a relativamente pocos metros de distancia, en ese momento se desarrollaban y coexistían, ignorándose el uno al otro, los dos mundos más alejados del espectáculo. Por un lado, una representación sofisticada de una historia con evocaciones épicas y acordes barrocos en el teatro de estilo más clásico de la ciudad. Por el otro, un enfrentamiento entre dos equipos de hombres uniformados jugándose entre carreras, patadas y cabezazos un prestigio inventado, pero prestigio al fin y al cabo. Observando lo que bebían en aquel momento los de abajo en la plaza y los de adentro en el teatro, esta contraposición también podría resumirse como, Sauvignon Blanc vs Heineken. En el teatro todo el mundo seguía enfrascado en sus pequeñas charlas de entreacto, mientras los de afuera no podían imaginarse que alguien no estuviera pegado al televisor en aquellos momentos.

Poco más tarde, mientras Orlando enloquecía por el amor no correspondido de Angélica, en los gigantescos televisores de los cafés de la plaza van Persie y Robben hacían unos goles espectaculares, y el equipo español “se llevó una zurra monumental tras un partido de los que dejan boquiabierto al universo”, según el periódico El País del día siguiente.

OranjeA la salida del teatro con todavía algunas notas de Orlando sonándonos en la cabeza nos encontramos con la euforia anaranjada de la plaza por los cinco goles del equipo holandés. El público operático más fanático buscaría huir lo antes posible de la zona naranja, bulliciosa y cervecera, pero quizás otros, como yo, pensarían, ¡lástima no haber visto el partido!, dejando expresar una confusa nostalgia por el espectáculo de la masa capaz de darte semejantes sorpresas.

Si mañana pasan El caballero de la rosa a la misma hora del partido creo que, a pesar de mi pasión por la ópera, no voy a ser una de las cien personas que elija a Strauss. Estaré en el otro bando. Porque un show como el de la Copa Mundial en el que un país como Costa de Marfil puede mostrar que es mejor que el Japón bien vale la pena de ver.

3 opiniones en “Handel en tiempos de fútbol”

  1. Amira!! Has sucumbido al virus futbolístico! Es comprensible, una ópera siempre puede darte otra oportunidad, aunque cada puesta en escena o interpretación sean diferentes. Un partidazo como el de Holanda frente a España entra en la categoría de irrepetible. Moraleja: no perderse más ningún partido que te interese ver; huir de las masas cerveceras y optar por la comodidad de la casa; limpiar luego la conciencia musical, poniendo inmediatamente después una ópera y finalmente, tener en cuenta el calendario cuando saques una entrada para ir al teatro. Despúes de todo, es un asunto de 4 semanas cada 4 años!

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  2. Excelente, leído en mi desayuno de lunes, en Dolores, Uruguay. Algo parecido me pasó pero por otras circunstancias. Recién mudada, sin TV Cable, veía los comentarios en la Red, mientras escribía mi artículo para el aniversario del Natalicio de Artigas. Un abrazo querida amigamirarmenta.

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