
En una carta a su hija Fanny, su padre le escribió: “La música será quizás la profesión de Félix, en tanto que, para ti, podrá y deberá ser solamente un ornamento”. Era el año 1820. Fanny tenía 15 años, Félix, 11. En ese momento, aunque los dos hijos de la familia Mendelssohn-Bartholdy eran brillantes y talentosos, aunque Fanny tocaba mejor el piano que su hermano y todos decían que era un prodigio musical, ya estaba decidido cuál de los dos hermanos alcanzaría fama como uno de los grandes músicos alemanes del siglo XIX.Con frecuencia se habla sobre el tema de la subrepresentación de las mujeres en muchas profesiones. Pues bien, la historia de Fanny Mendelssohn viene como anillo al dedo para explicar por qué casi no hay compositoras de renombre en la historia de la música. Por qué hay tan pocas filósofas, tan pocas científicas. Simplemente, porque no las dejaron crecer. Porque para ellas, el talento solo era un ornamento. Otro buen ejemplo dentro de este mismo ámbito es Nannerl, la hermana de Mozart, tan prodigiosa como su famoso hermano, obligada a renunciar a su talento.

Un artículo reciente en El País, se refiere a las “barreras psicológicas que nos impiden ascender y explican que haya menos mujeres en las ciencias”. Pues no se trata solamente de lo ‘inadecuado’ que les parecía en otras épocas a la familia y a la sociedad que una jovencita destacara en algún campo, sino de que ese modelo de sumisión, repetido durante generaciones y generaciones sigue presente inconscientemente en el mundo de hoy en el que a ningún padre razonable (y la mayoría lo es) se le ocurriría reprimir el talento de una hija.
Según el mencionado artículo, el 63 por ciento de los españoles cree que las mujeres no son buenas para las ciencias. La principal razón para esta percepción es que no hay muchas mujeres trabajando en estos dominios. No muchas jóvenes se inscriben en carreras científicas.

La explicación a esta débil participación femenina está en la educación. “La brecha de género empieza a edades muy tempranas… En un estudio se vio cómo las niñas de entre cinco y seis años no se sentían capaces de desarrollar actividades vinculadas socialmente a estereotipos masculinos”. Ellas aprenden que esas “son cosas de chicos”.
Por lo general, los resultados escolares de las niñas son mejores que los de los niños. Pero mientras a ellos se les induce a sobreestimar sus resultados, a ellas se les induce a subestimarlos. Mientras ellos se sienten superiores, ellas aprenden a infravalorar sus aptitudes. El artículo habla también del efecto Pigmalión y del efecto Golem. “El efecto Pigmalión hace referencia a que las expectativas que tenemos sobre el rendimiento de una persona incitan a actuar a esa persona conforme a dichas expectativas».
El efecto Golem es el inverso. Cuando las expectativas sobre alguien son bajas, la persona tenderá a producir un bajo rendimiento. Por eso no hay muchas mujeres en el mundo de la ciencia y la tecnología, campos históricamente asociados a capacidades masculinas.
Pero volvamos a la música y a los hermanos Mendelssohn. Félix y Fanny eran inseparables. Se mostraban y se criticaban sus propios trabajos. Ambos compartían el mismo impulso para interpretar y escribir música. Cuando a los 14 años ella interpretó todos los Preludios y Fugas de Bach para celebrar el cumpleaños de su padre, éste le dijo: «Muy lindo, querida, pero no olvides que eres una chica, así que puedes olvidarte de mostrar estas cosas en público». De todos era sabido que el padre de Fanny toleraba el talento de la hija, pero no lo apoyaba, y mucho menos su trabajo como compositora.
En alguna parte, uno de los profesores de Fanny describe la habilidad de la joven como pianista con el mayor elogio que se le podía hacer entonces a una mujer: “toca el piano como un hombre”. Compuso 460 piezas musicales, de las cuales, solo unas pocas han sido publicadas, y ninguna se escucha hoy en las salas de concierto del mundo. Mientras que las composiciones de Félix no faltan en los repertorios de las grandes orquestas y solistas. Se sabe también que algunas piezas de Fanny fueron publicadas bajo el nombre de Félix. En 1842, durante una visita de Félix a la reina Victoria de Inglaterra, ésta le confesó al joven músico que, de todas sus canciones, su preferida era Italien. Félix no tuvo más remedio que revelarle a la reina que Italien era en realidad una composición de Fanny, escrita cuando ella tenía 16 años.
Fanny tenía grandes proyectos, incluso una ópera sobre la leyenda de los nibelungos. Varias décadas después Richard Wagner estrenaría el Anillo del Nibelungo. A los 24 años se casó con el pintor Wilhelm Hensel y se convirtió en Fanny Hensel. Mientras la música de Félix se hacía conocida, la de Fanny se tocaba solamente en las reuniones familiares de su casa en Berlín. La única vez que hizo un concierto público, Fanny tocó el Concierto para Piano No 1 de su hermano.
En 1970 se descubrió en una librería de París una partitura firmada por F Mendelssohn, titulada Easter Sonata (Sonata de Pascua). Inmediatamente se dio por hecho que era una obra inédita de Félix y fue grabada por un conocido pianista. Hubo que esperar a 2010 para que una musicóloga estadounidense reconociera el tono y estilo de Fanny, e hiciera la correspondiente investigación en la documentación existente (cartas, diarios) para encontrar que el manuscrito descubierto en París era en realidad de Fanny. Sobre esto escribe una tátara nieta de Fanny en este artículo en The Guardian. Cuando se discutió sobre la posibilidad de que la sonata no fuera de Félix sino de su hermana, el coleccionista que encontró el manuscrito dijo: “Esto no puede ser de Fanny… porque es una obra maestra, muy masculina y muy violenta”. La obra fue tocada por primera vez con su nombre en Londres, el 8 de marzo de 2017, Día Internacional de la Mujer.
¡Cuántas Fannys no habrán existido y siguen existiendo! El mundo en el que crece hoy una mujer no es, por supuesto, el mismo en el que creció Fanny Mendelssohn, pero es increíble hasta qué punto la sociedad todavía mantiene esquemas de educación que pertenecen a aquellas épocas en las que las ciencias, la composición, la reflexión filosófica, etc., eran “cosas de chicos”.
Cierro con una frase de Mary Shelley que copié del blog de hoy de Ana Centellas: “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”.
[…] a través de Félix y Fanny — DESDE BERLÍN – BLOC DE NOTAS […]
Me gustaMe gusta
¡Gracias por leerme! Me alegra que te haya gustado la frase de Mary Shelley. Besazos 😘😘😘😘
Me gustaLe gusta a 1 persona