
Cuando el ‘arte callejero’ entra a los museos, ¿se puede seguir hablando de arte callejero? Quizás sí, pero una cosa es cierta, habrá perdido la fuerza del hecho de ser un acto de vandalismo. Colgado en las paredes de galerías y museos, la ilegalidad de un graffiti producido en las sombras de las altas horas de la noche no será más que una etiqueta.
En el nuevo museo de arte contemporáneo de Ámsterdam, MOCO, el artista británico Banksy, famoso y anónimo a la vez pues nunca se le ha visto la cara, es uno de los temas centrales en exhibición, al punto de que se habla del Museo Banksy. Las imágenes de este artista se han vuelto tan conocidas en el mundo entero, que no es difícil para un museo como éste atraer el más variado público. El otro, día mientras hacía la cola frente a la taquilla del museo, no podía dejar de pensar en lo raro que era entrar a esa mansión tan burguesa del siglo XIX (la Villa Alsberg) a ver un material subversivo y provocador que justamente va contra todo lo que representaba esa elegante residencia.
La villa Alsberg era una edificación tan costosa en el centro de Ámsterdam que duró bastante tiempo desocupada en busca de comprador. Investigando en internet, encontré que una agencia inmobiliaria la tenía a la venta hace unos años en 36 millones de euros. Los nuevos propietarios de la mansión, y posiblemente también dueños del museo, debieron pagar esa cantidad, que sin duda esperan reembolsar pronto, dado el alto precio de la entrada a este nuevo foco turístico de la ciudad. Una vez adentro, lo primero que me dije fue que la mansión era tal vez muy grande para una familia, pero muy pequeña para un museo. Circular por las salas y los rellanos de las escaleras no es muy confortable que digamos.
Exit through the gift shop, es el título de un documental de Banksy sobre arte callejero (se puede ver completo en youtube), en el que siempre pienso cada vez que voy a un museo -cualquier museo- y compruebo una vez más que a la salida hay que pasar por la tienda. La sociedad de consumo es capaz de absorberlo todo y transformarlo en producto de compra y venta. Hasta la más feroz crítica a la sociedad se vuelve objeto de mercadeo que podemos adquirir y consumir en forma de videos, series de televisión, tarjetas postales, pósters, y toda clase de parafernalia expuesta para tentar a los visitantes de los museos de hoy día.

No por nada se ha inventado el concepto de ‘museo boutique’ (MOCO es uno de estos) que es diferente a la boutique del museo. Un concepto que no tengo muy claro (ahora también hay ‘hoteles boutique’, ¿cuál será la diferencia con un simple hotel?), pero que me puedo imaginar: todo está venta, y si no se puede vender la obra misma, se vende la idea. Todo, además, con una escenografía un poco chic, un poco hípster, un poco vintage. Algo así. No sé. Si me equivoco, ojalá que alguien que lea esto me saque de la ignorancia en esta materia.
La idea del mencionado documental de Banksy es atacar la comercialización del arte, y sin embargo, también en «su museo» amsterdamés la entrada a la tienda es un paso obligado después de la visita. He puesto entre comillas «su museo», porque algo que llama la atención durante el recorrido de la muestra es que, con frecuencia se ven cartelitos anunciando que tal o cual cosa (también las que están en venta en la tienda) no ha sido autorizada por Banksy. De hecho, la totalidad de la exposición nunca fue autorizada por el famoso artista callejero, como lo aclara la web del museo, y éste no colaboró en su curaduría. Bueno, eso quiere decir que no nos hemos vuelto tan cínicos como para que un (famoso) anónimo artista callejero, un vándalo, un subversivo, se hubiese puesto voluntariamente en venta. De hecho lo está, pero de manera involuntaria. Y toda la exposición y la utilización de su nombre es un abuso. Pero parece que esto a nadie le importa.
Muchos recordarán que su obra, Balloon Girl (2006) subastada en Sotheby el pasado mes de octubre por 1.250.000 dólares, se autodestruyó una vez confirmada la venta. Lo paradójico y casi funesto de esta historia es que, la destrucción es ahora parte integral de la obra, y por tanto ha aumentado su valor. Querido Banksy, no hay salvación, cualquier cosa que hagas o dejes de hacer se convierte en producto.
Mientras tanto hay cientos de miles de reproducciones de la Niña con balón muy parecidas a su original, en venta en todos los museos de arte moderno en el mundo.
Más imágenes de Banksy en su web: http://www.banksy.co.uk/out.asp