Religión y eco protesta

KirilHavezov
Foto de Kiril Havezov – Freeimages

Para afrontar los desafíos ecológicos de nuestro tiempo se necesita tener una perspectiva global. ¿De qué sirve que un país minúsculo como, por ejemplo, Luxemburgo adopte una política de reducción de emisiones, si sus vecinos más grandes siguen poniendo masivamente dióxido de carbono en la atmósfera?

Pero para asumir una perspectiva global se requiere igualmente de una identidad global: que la gente no se identifique en primera instancia con una nación específica sino como parte de la civilización humana preocupada por la salud del planeta. La deforestación de los bosques de Indonesia no afecta solo a los indonesios sino que tiene un impacto medioambiental y social en el resto de mundo.

¿Cómo se logra una identidad global? Sobre todo en estas épocas en las que, por el contrario, lo que parece estar en aumento son los nacionalismos.

Esta es una pregunta que no se hicieron hace cientos de años las religiones como el cristianismo o el islamismo. Cuando se plantean las grandes cuestiones de la vida, las religiones piensan en términos globales, no locales, ni en los intereses políticos y económicos de tal o cual nación. Eso es lo que hace que haya cristianos, musulmanes, o budistas con los mismos valores y creencias en los cinco continentes. Hay muchas otras diferencias culturales entre ellos -no hablan la misma lengua, no se visten ni comen igual, son más o menos misógenos- pero la creencia religiosa es básicamente la misma.

El mundo es menos ateo, menos indiferente a los asuntos religiosos de lo que parece. La realidad es que miles de millones de personas creen en el Corán, la Biblia, los Vedas, la Pachamama, y otras construcciones sagradas. La incorporación de las temáticas ambientales en estas creencias -algo que sucede ya- aporta la globalidad que necesita el debate y la protesta ecológicas. Un excelente ejemplo de esto es el papa Francisco cuya encíclica Laudato si encabeza la carga contra la crisis del clima en nombre de Cristo. O los pueblos indígenas de la región amazónica, que tienen la creencia (una creencia que la ciencia de hoy podría avalar) de que los territorios son seres vivos que conforman una totalidad que no se puede separar. Por eso ahora están promoviendo una iniciativa para crear un área que garantice la conectividad entre el Atlántico, los Andes y la Amazonía.

El cristiano ecologista ve en la contaminación de la industria minera no solo el daño concreto del suelo de una región de su país, sino el daño a algo que fue creado por Dios. Y el indígena de los Andes ve el sufrimiento de la Pachamama. Un análisis reciente de OpenDemocracy se refiere a una vigilia interreligiosa que tuvo lugar el pasado mes de abril en Londres, en el marco de una semana de protesta en las calles organizada por el movimiento Extinction Rebellion, XR, que congregó a gentes de diferentes confesiones a predicar por el clima. Los rituales y las ceremonias eran distintos, pero todos eran parte de la misma especie humana. A pesar del carácter pacífico de la concentración, la policía estaba a pocos metros arrestando gente. “No se dan cuenta de que estamos rezando?”, se defendían ellos. Intercaladamente se oían también discursos políticos, y un DJ hacía música.

Este mismo artículo menciona la creciente participación de grupos religiosos en movimientos ecologistas concretos, como XR. Es el caso de Christian Climate Action, que aprovechando que la protesta en Londres tuvo lugar durante los días de Semana Santa, desarrollaron actividades propias de esos días, como el lavado de pies o el viacrucix, enfocadas en la crisis climática. También los miembros judíos de XR organizaron un Séder de Pésaj de justicia climática, e interpretaron sus canciones con alusiones a la Tierra que sufre y a la esperanza.

Mientras las religiones son sistemas de creencias basadas en la fe, el movimiento ecológico por lo general basa sus argumentos en los datos científicos. En la actual crisis climática, estas dos cosas no se oponen, al contrario, pueden reforzarse mutuamente. La Iglesia católica está preparando un Sínodo sobre el Amazonas que tendrá lugar en octubre de este año. El objetivo es reunirse con los pueblos indígenas de los países amazónicos para hablar de cambio climático, deforestación y problemas relacionados que afectan a estas comunidades. Según el cardenal Lorenzo Baldisseri, encargado del evento, “las reflexiones del sínodo (irían) más allá de la región amazónica, porque conciernen a toda la Iglesia y al futuro del planeta”.

Extinction Rebellion (XR), el movimiento ambientalista de jóvenes que surgió en octubre de 2018 como una declaración de rebelión (no violenta) contra el Gobierno del Reino Unido, y que hoy está activo en muchos países del mundo, principalmente a través de las huelgas de los estudiantes los viernes, no tiene ninguna afiliación religiosa o política. Sin embargo, su aparición en este momento histórico evoca algunos paralelismos con el surgimiento de estructuras religiosas. Se trata de una amplia plataforma de individuos que quieren La Verdad (la de la ciencia; que los Gobiernos reconozcan aquella ‘verdad inconveniente’ de la que hablara hace años Al Gore), con un manifiesto, y una lista de diez principios y valores (diez mandamientos).

Estos principios y valores (credos y modos de activismo) son tan amplios que no es difícil que una mayoría de gente, sin importar la fe religiosa que practiquen o no, su procedencia étnica o clase social, se identifique con ellos. El objetivo es que los gobiernos asuman el cambio climático como una emergencia, y tomen las medidas necesarias para reducir las emisiones de CO2 lo antes posible. Porque lo que está en riesgo es el futuro de las próximas generaciones. La manera como se ha extendido por el mundo este movimiento en menos de un año hace pensar (y esperar) que podría convertirse en una nueva forma internacional, global, de movilización permanente por el clima.

Greta_Thunberg
Greta Thunberg, agosto 2018 – Wikipedia

Además de un conjunto de principios y valores, además de una ideología, los partidos políticos y las religiones necesitan de líderes reconocidos. Esto era algo que le faltaba al movimiento ecologista. La aparición de una adolescente sueca, Greta Thunberg, llevando su protesta individual frente al parlamento de su país hasta los escenarios internacionales, podría estar llenando ahora este vacío. En menos de un año Fridays for Future y XR han crecido de manera exponencial, con cientos de miles de niños, jóvenes y adultos de todas las edades criticando la falta de acción de los gobiernos del mundo frente a la emergencia climática.

En la mayoría de los países ni siquiera existe un partido ecologista. Este nuevo movimiento es una plataforma internacional que garantiza una gran protesta unificada y coherente. Porque puede que cada país tenga sus problemas ambientales concretos, pero el calentamiento del planeta es algo que nos concierne a todos por igual.

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