Con frecuencia los artistas plásticos de hoy crean obras que hacen pensar en un desastre ecológico. No es casual, la mayoría de las veces esto es lo que se proponen. Quizá por eso, algunos desastres ecológicos reales hacen pensar en obras de arte.
Esto es lo que sugiere la serie Toxic Tour de la cadena de televisión alemana Arte, en la que seis breves vídeos muestran “paisajes fantasmales destruidos por la industria” en seis diferentes países de Europa.
En el primero, Lodos radioactivos, en el sur de Francia, vemos lo que parece un espectacular lago de color rojo, que en verdad es un desecho industrial que se ha transformado en una charca de lodo que contiene una enorme cantidad de metales pesados. Los habitantes de la zona inhalan esa contaminación de manera permanente, y con el viento se traslada a los cultivos aledaños. La gente nombra el sendero que lleva al lugar, la ‘ruta del cáncer’, por la frecuencia con que se producen casos de esta enfermedad entre la población. Es chocante enterarse que desde los años 1960, esta industria está vertiendo sus residuos en el Mar Mediterráneo, en la localidad de Cassis, una de las zonas más turísticas de la Costa Azul. La superficie del agua se ve todavía azul, pero todo el suelo marino de la región está teñido del mismo color rojo ocre del barro de las imágenes.
En El lago envenenado, en Rumanía, el narrador dice que el agua tiene colores irreales, vibrantes (tóxicos), a veces se ve de color turquesa que es la coloración que produce el cobre oxidado. El lago es el resultado de un desastre ambiental que comenzó en 1977 durante el régimen de Ceausescu que se propuso crear allí la mina de cobre más grande de Europa. El agua contaminada que fluía de la mina inundó el pueblo, la gente tuvo que irse. Hoy no crece nada en la zona.
En El río ácido no parece que estuviéramos en España sino en el planeta Marte. Científicos y turistas de todo el mundo viajan allí a ver cómo debe ser Marte. Es el río Tinto, una fuente de agua cargada de metales pesados provenientes de la minería, en donde no hay hoy ninguna forma de vida acuática. La minería se viene explotando desde la época de los romanos. En el siglo XIX los ingleses compraron la mina al gobierno español, desde entonce se intensificó la explotación minera. Como si el daño del pasado no hubiera sido evidente, en 2015 reabrieron la mina para extraer cobre.
En La espuma corrosiva, el mar en esta costa de Italia parece tener un color azul turquesa precioso, pero es un azul un poco raro, un azul lechoso que viene de los químicos vertidos por la industria no lejos de allí, arsénico y mercurio. La empresa química Solvay viene dando desde comienzos del siglo pasado trabajo a mucha gente, e incluso hoy, por eso la gente prefiere negar la contaminación. Prefieren ignorar el hecho de que la flora y la fauna cercana a la costa han desaparecido. Mientras tanto la zona se anuncia como paraíso turístico de la costa toscana. Dicen que sus ‘playas blancas’ son como las del Caribe, ocultando el hecho de que la ‘blancura’ les viene de las 250 mil toneladas de ceniza de soda que vierte la empresa anualmente en el mar. (El vertimiento de residuos que hace esta empresa en el mar está bien explicado con imágenes en esta página de Bloomberg.com).
En La mina voraz, la empresa energética de Alemania, RWE extrae el lignito (carbón mineral, una de las formas más sucias del carbón, y el mayor emisor de gases de CO2) de la que era una zona boscosa, en la que hoy apenas sobrevive el 10 por ciento del bosque.
Y en Los lobos de Chernóbil, en el sitio de Ucrania en donde se produjo en 1986 la catástrofe nuclear más grave hasta el momento, vemos las ruinas de la ciudad. Los biólogos estudian los efectos de la radioactividad en la vida animal.
Los seis vídeos se pueden ver con subtítulos en español en el canal de Arte en este enlace:
https://www.arte.tv/es/videos/RC-022084/toxic-tour/
Llama la atención el interés de los turistas que visitan esos lugares por hacerse selfis teniendo como fondo el colorido y a la vez brutal espectáculo de la naturaleza muerta. La fascinación humana por la autodestrucción. Quizá también deberíamos empezar a pensar que tras esa ‘belleza’ se esconde una realidad espantosa.
Se trata solo de seis ejemplos de destrucción de la naturaleza en el continente europeo. A excepción del caso de Ucrania, en los otros cinco lugares no crece ninguna forma de vida. Como estos hay muchos más en todo el mundo.