Clamores de guerra – #StopWarInUkraine

Vivimos tiempos confusos. Los más pobres votan por la extrema derecha y los pacifistas lanzan gritos de guerra.

The Phantom Horseman,1870-93, Sir John Gilbert (d.1897) – Birminghan Museums Trust —

Qué puede estar pasando en nuestros tiempos para que hasta el Partido Verde alemán (Die Grünen, de tradición pacifista y antinuclear) resulte no solo apoyando el giro militarista del Gobierno alemán sino pidiendo incluso más: no solo más armas para la defensa sino armas para la agresión. Es verdad que Ucrania ha sido invadida por una poderosa fuerza militar, y que las imágenes de los bombardeos, muertos y desplazamientos de población son estremecedoras. Pero, como lo demuestra la experiencia de todas las guerras anteriores de la humanidad, y como ha sostenido el propio canciller alemán Olaf Scholz, más armas solo van a representar una escalada peligrosa de la guerra en Ucrania con consecuencias impredecibles.

Foto de Julia Rekamie, Ucrania, marzo de 2022, en Unsplash —

La guerra trae más guerra. Cuando, después de algunos años de contienda, ya no queda ni un puente ni un edificio en pie, cuando han muerto o se han desplazado millones y millones de personas, entonces los líderes se sientan a negociar la paz. Pues todas las guerras, por muy largas que sean, al final, mal o bien, se acaban. Entonces, ¿por qué no acabarlas desde el comienzo y evitarnos meses, años de sufrimiento y destrucción?

¿Qué estará pasando para que hoy muchas mentes lúcidas, académicos, expertos y periodistas de opinión de los grandes medios de prensa occidentales, estén tan explícitamente a favor de incrementar el gasto militar y de mandar artillería pesada a Ucrania? ¿No se dan cuenta de que se han convertido en portavoces de una propaganda de guerra? ¿Habrán perdido la lucidez? Como les hagan caso, no faltará mucho para que los países de la OTAN manden a sus soldados a combatir en Ucrania, con las correspondientes consecuencias. Por fortuna, al menos hasta el momento, Estados Unidos está muy consciente de lo que significaría una intervención en Ucrania: no se gana una guerra contra un país que posee armas nucleares.

Estos llamados a la guerra proveniente de las élites educadas hace recordar la historia de los comienzos de la Primera Guerra mundial en 1914. En las primeras semanas de la guerra los alemanes arrasaron la ciudad belga de Lovaina y asesinaron a cerca de seis mil civiles por oponer resistencia. A nombre de la ‘civilización alemana’, de la ‘verdad’ y contra ‘las calumnias del enemigo’ (Francia, Inglaterra), prominentes científicos, artistas y escritores firmaron un manifiesto justificando los crímenes de las fuerzas armadas alemanas en Bélgica y glorificando la guerra. Fue una masacre glorificada por los intelectuales, las mentes lúcidas de ese entonces, entre los cuales estaba el artista judío Max Libermann, que en ese entonces no se podía imaginar que veinticinco años más tarde su mujer sería víctima de la exterminación nazi, y si él mismo no fue deportado fue gracias a que para ese entonces ya había muerto.

Incluso el gran Thomas Mann (quien después se arrepentiría) se dejó arrastrar en aquellos momentos por el fervor nacionalista, belicista que llamaba a la guerra. Pero hay que añadir que, en medio del belicismo reinante hubo también unas pocas voces de mentes brillantes que firmaron un contramanifiesto titulado Un llamado a los europeos por la paz, que solo fue firmado por tres científicos alemanes, entre ellos el físico Albert Einstein.

Por qué será que ante la inminencia de una guerra son más los que se dejan arrastrar por el fervor del ruido de las armas y de las botas de los soldados que por los mensajes de paz. Después de presionar públicamente al canciller Scholz para que mande armas pesadas a Kiev, resulta que el ministro de Economía, el verde Robert Habeck, es ahora el político más popular de Alemania. ¡Cómo se entiende eso, un político verde que escoge el campo de la guerra!

Los clamores de guerra estimulan la imaginación de la gente, la obnubilan, y le hacen perder cualquier asomo de sensatez. No solo a las masas, también a las ‘mentes brillantes’.

Necesitamos un nuevo Llamado con un mensaje de paz, esta vez no solo a los europeos sino a todos los ciudadanos del mundo, un llamado que haga contrapeso al espíritu belicoso reinante en los discursos desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania. La Rusia autocrática de Putin es la fuerza agresora, nadie debe poner esto en duda, pero no por ello el mundo se puede permitir un escalamiento de este conflicto en el que está en juego la seguridad de todos.

Mientras tanto, el señor Putin, en vez de crear tal incendio en Ucrania, mejor haría en apagar los incendios en Siberia que este año han comenzado más temprano que nunca.

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