Demasiadas vacas, cerdos, pollos…

Animales de granja en la Holanda del siglo XVII – El toro joven, obra del artista holandés Paulus Potter (1647) —

La industria agrícola holandesa asfixia al país.

Si se midiera por su producción agrícola se pensaría que Holanda es un país casi tan grande como los Estados Unidos, pues resulta que este pequeñísimo país del norte de Europa es el segundo exportador mundial de productos agrícolas después de Estados Unidos.

Como se aprecia aquí, Holanda es más pequeño que el estado de Colorado en los EE.UU.

¿Cómo es posible producir tanto en una superficie tan reducida?

Qué lejos han quedado los tiempos de aquel faraón de Egipto cuando las vacas gordas con las que soñaba eran sinónimo de abundancia. Hoy día vivimos en tiempos de sobreabundancia: las vacas bíblicas, por muy gordas que fueran, se verían raquíticas al lado de las gordas de hoy, engordadas a punta de hormonas. Y por muchas vacas que tuviera en la granja un faraón en sus mejores tiempos, hoy su número palidecería ante el espectáculo de las mega instalaciones bovinas de la industria agropecuaria de los países ricos.

El sector agrícola holandés (que va desde vacas, cerdos, pollos, hasta una gran variedad de frutas y verduras) es enormemente intensivo. Su producción genera una fuerte contaminación por nitrógeno. Como se sabe, este tipo de contaminación proviene no solo de la industria agrícola sino también por la quema de combustibles fósiles. Pero, de acuerdo a fuentes oficiales, solamente el estiércol que crea la industria ganadera (amoniaco y óxido nitroso) es responsable de cerca del 46% de las emisiones que contaminan el aire. Además, los fertilizantes nitrogenados que usa esta industria aumentan considerablemente la contaminación del suelo.

El IPCC (El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) dice que el nitrógeno es el responsable del 6% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. El hecho de que en Holanda éste representa el 46% del total de la emisiones da una buena idea de las dimensiones de la producción agrícola de este país. La bioindustria ha crecido de manera desproporcionada y esto no es sostenible.

Si los Países Bajos quieren cumplir con los objetivos ambientales de la Unión Europea que se propone una reducción del 50% de las emisiones para 2030, entonces no hay otra salida que obligar a los campesinos holandeses a que reduzcan la proporción de sus empresas. Esto es lo que viene intentando el Gobierno desde hace algunos años y que ha desencadenado una ola de protestas (con frecuencia violentas) y amenazas serias por parte de los granjeros y sus representantes a todos los que insisten públicamente (con toda razón) en esta reducción.

Está claro que la reducción de la producción es en estos momentos la única solución a la crisis de la emisiones de nitrógeno: reducir el uso de fertilizantes, tener menos cabezas de ganado, menos pollos, menos cerdos, disminuir el número y la capacidad de las instalaciones ganaderas. En un país tan pequeño, éstas nunca debieron alcanzar el tamaño que hoy tienen. Este podría ser el ‘lado oscuro’ de una política de subsidios al sector agrícola, no solo en Holanda sino en los países de la Unión Europea, que impulsó un crecimiento desmesurado. Una política que ha tenido también consecuencias devastadoras para la agricultura de países en desarrollo cuyos productos agrícolas no han podido competir con los europeos, mucho más baratos gracias a los subsidios, y por eso en muchos casos han terminado por desaparecer, empobreciendo aún más a los, esos sí, campesinos pobres de esos países.

Pequeños campesinos de Malawi – Creative Commons, licensed by Twin and Twin Trading, UK

Una vez que se ha obtenido algo es muy difícil que la gente acepte renunciar a ello por las buenas. Cuando tienes mil vacas produciendo leche en una enorme y altamente tecnificada instalación, es difícil que aceptes eliminar 350 reses el año próximo. Al contrario, quieres aumentarlas. Durante décadas el Gobierno estimuló con sus subsidios este crecimiento sin tener en cuenta las consecuencias (que estamos viendo ahora) para el ambiente. El Gobierno les ofrece ahora a los granjeros un plan de 25 mil millones de euros para subsidiar la reducción de la industria: fincas más pequeñas, menos área de cultivo, menos animales. Pero ellos no quieren.

Son sobre todo los campesinos (mejor sería llamarlos agroindustriales) más ricos los menos dispuestos a dar reversa. Lo estamos viendo en las protestas, en lo lejos que han ido en sus amenazas. Incluso no han dudado en contar con el apoyo de los sectores de la ultra derecha, partidos fascistoides (negacionistas del cambio climático) como el Forum voor Democratie en Holanda, que lo único que esperan es sacar un beneficio político del enfrentamiento de los campesinos con el Gobierno y los sectores políticos que proponen la reducción. Los partidos populistas de otros países (incluso Donald Trump, otro reconocido negacionista) están utilizando la protesta para dañar las políticas pro-clima al presentarlas como un conflicto entre los (pobres) trabajadores rurales y las élites urbanas. Nada más lejos de la realidad. En Holanda hay también campesinos pequeños que producen de manera sostenible su carne y su leche. Estos no se han visto afectados por las medidas a favor del clima.

Los agroindustriales esperan que el Gobierno detenga la política de reducción del nitrógeno y proponga otras soluciones. Pero el problema es que no hay otras soluciones de las que echar mano de manera efectiva en el momento, solo la reducción. Cuando lo que está en juego es la biodiversidad, porque en Holanda las especies nativas están desapareciendo más rápidamente que en los otros países de Europa, lo que hay que hacer es mejorar las condiciones de la naturaleza, limpiar el aire, las aguas, los suelos en beneficio de la salud de animales y gente. Solo una agricultura sostenible y de menor escala frenará la degradación del ambiente que hoy estamos presenciando.

Hemos llegado a un punto en el que las reformas graduales en el campo ya no son suficientes. Se necesita una transformación completa y rápida del sistema de producción de la alimentación. Las protestas han hecho el tema evidente en Holanda, un país pequeño, densamente poblado y densamente cultivado, pero no tardará en verse en otros países y regiones del mundo en donde hay sobreproducción agrícola.

En Holanda viven hoy unas 17 millones de personas y 100 millones de animales de granja, es decir, animales que se crían para ser comidos, que hacen de este país el segundo exportador mundial de alimentos. Esto ha sido bueno para la economía pero fatal para el medio ambiente.

Niveles del óxido de nitrógeno y amoniaco en el aire y en el suelo – http://www.milieucentraal.nl – Nótese la concentración en el área de los Países Bajos, el sur de Inglaterra y el occidente de Alemania.

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4 comentarios

  1. Querida Amira mil gracias por explicarnos e ilustrarnos este tema tan complejo. Es impresionante observar la manera en que los holandeses han desarrollado este mercado que según entiendo comenzo desde muy temprano en su historia; empezaron con quesos, arenques, lanas, etc. productos básicos de de la canasta familiar del siglo xv; hicieron la fortuna con el hambre del medioevo.
    Una forma diferente de producción comparada con la de ahora pero fue el principio de lo que hoy es el descomunal mercado de la agroindustria holandesa.
    Gracias Ami.

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  2. Bien difícil, en efecto. Además cuentan con el apoyo de muchos sectores políticos. Y el público en general, sin informarse bien, tiende a simpatizar con ellos porque los ven como víctimas. Saludos.

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  3. Querida Amira,
    Te felicito por este artículo. Lo he leído con detenimiento y me ha aclarado el tema. Qué situación tan compleja. Será bien difícil que los agroindustriales acepten una reducción de su producción.
    Gracias!

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