Un mundo de plástico

MeisonMatsumoto
Bright Plastic, Meison Matsumoto – Freeimages

El plástico es uno de los grandes éxitos de la humanidad. Qué descomplicada se volvió la vida diaria desde que se empezaron a usar regularmente toda clase de bolsas y embalajes grandes medianos y pequeños para empacar las cosas. Y qué fácil era no tener que lavar y poner a secar este empaque sino, ¡plaf! tirarlo a la basura. De niña yo creía que en el futuro la gente no tendría que lavar platos, vasos ni cubiertos después de las comidas porque todo, hasta el mantel, que ya no sería de tela, sería desechable. Pues bien, ese futuro (el omnipresente plástico desechable) hace tiempo es una realidad. Y aquí estamos, con un enorme y creciente problema de basura, frente al cual no se está aplicando la única solución posible: dejar de producir plástico desechable.

Hoy está claro que el reciclaje del plástico es un mito, una ilusión en la que hemos creído los consumidores durante años para poder seguir consumiendo plástico sin sufrir ningún sentimiento de culpa. Los países más desarrollados, como Alemania (mejor ni mencionar a los menos desarrollados), solo logran clasificar como ‘reciclable’ un 45 por ciento de los desechos domésticos, eso que todos ponemos disciplinadamente a diario en el contenedor apropiado, después de lo cual nos quedamos tranquilos, porque nos parece que hemos cumplido con nuestra parte del proceso. No nos quedaríamos tan tranquilos si supiéramos que solo un pequeño porcentaje de esta basura ‘reciclable’ es efectivamente reciclada; el resto (la mayor parte) termina en los vertederos a cielo abierto (de los países asiáticos que todavía lo reciben), o es incinerado. Generando en ambos casos CO2 y contaminación tóxica del ambiente.

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Foto de John Nyberg – Freeimages

Casi todos los embalajes plásticos en el que vienen los productos que compramos un día cualquiera en el supermercado -la botella de champú, la crema para la manos, el detergente para el baño, para el suelo, para la cocina, el trozo de queso, las lonchas de jamón, los vasitos de yogur, la libra de tomates, el pepino, la lechuga etc.- provienen de plástico virgen, completamente nuevo, no reciclado. Y es lógico que así sea, porque es mucho más barato producir nuevo plástico que reciclar el usado.

Pero a quienes nos preocupa mucho el tema de la basura plástica -que por fortuna somos cada vez más, aunque por desgracia todavía demasiado pocos- y nos hemos propuesto reducir al máximo su uso, nos enfrentamos a diario con el dilema de ‘comprar o no comprar’ hasta los productos más básicos. A pesar de la campaña antiplástico que se supone existe hoy en todo el mundo, los grandes supermercados todavía no parecen haber tomado nota de ésta. Esta mañana, por ejemplo, salí con mi bolsa a hacer la compra en el supermercado del barrio. No me fue bien. Al final salí de ahí solamente con un aguacate, que era lo único que estaba suelto. Todo lo demás estaba plastificado, como se ve en estas fotos (aquí abajo) que hice mientras resolvía si compraba esas lechugas, esos tomates y ese brócoli. El dilema estaba en que si los compraba, me iba a encontrar más tarde en casa con un montón de plástico indeseable que iba a aumentar mi consumo semanal de plástico, cosa que no quiero porque, como he dicho, estoy en plan de reducción. Pero si no los compraba, esta noche no habría ensalada ni verdura en la mesa. ¡Hum!

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Supermercado REWE, P’Berg

Menos mal que, varias cuadras más allá, tenemos un bio-supermercado, en donde todo es el doble de caro pero al menos una parte de los productos frescos están sin empacar. Una parte solamente, porque también estas tiendas que venden frutas y verduras orgánicas son adictos al celofán. Con frecuencia es imposible comprar las zanahorias pero al menos me llevo los zucchini, las papas, unas manzanas, unos melocotones… Las uvas no. Por alguna razón los racimos de uvas siempre están en bolsas de polietileno.

Desde que empezamos a comprar frutas y verduras sin empaque plástico nuestro recipiente de ‘reciclaje’ ya no se llenaba tan rápido como antes. De todos modos, al final de la semana estaba lleno. Entonces dejamos de comprar yogures y postres en recipientes de plástico, y ahora solo compramos los que vienen en frascos de vidrio reutilizables. La oferta no es grande pero la hay.

Reutilización. Esta es la palabra clave. Todo debería venderse en empaques reutilizables.

Un desafío mayor fue el cuarto de baño. Hay que ver la cantidad de botellines plásticos que acumula una familia promedio en sus baños: champú, acondicionador, aceite para la piel, espuma, tonificador, limpiadora de cutis, pasta de dientes, crema de afeitar, bloqueador solar, crema para después del sol… Si calculamos que cualquiera de estos productos dura entre cuatro y seis semanas, eso se traduce en que una persona corriente desechará fácilmente unas diez o doce botellas de champú al año. De los siete mil millones de habitantes del planeta, creo que se podría suponer que la mitad usa champú regularmente. ¿Cuántos botellines plásticos de champú desechados representa esto todos los años en el mundo? Qué diferente sería si pudiéramos llevar a la tienda nuestra botellita reutilizable y rellenarla con el producto.

Pero me temo que esto todavía esté lejos. En cambio ya es posible conseguir champú en forma de jabón. En Alemania se consigue en las tiendas DM, muy barato, como el de la foto (abajo). Y un poco más chic, en las tiendas Lush en toda Europa. También me fue posible reemplazar el cepillo de dientes plástico por uno de bambú, y el tubo plástico de la pasta de dientes, por este dentífrico que viene en frasco de vidrio (en la foto)

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Champú
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Dentífrico, y cepillo de bambú

Otra fuente seria de desechos domésticos son los productos de limpieza. Si alguien está pensando reducir el consumo de estos productos pero sin dejar de limpiar la casa, vale la pena darle un vistazo a empresas como Biobaula que producen tabletas que se disuelven en agua permitiendo utilizar una y otra vez la misma botella.

El caso es que ahora mi contenedor de material ‘reciclable’ ya no está lleno al final de la semana, de hecho no llega ni a la mitad. O sea que, sí vale la pena intentarlo: reducir, reutilizar.

Según una infografía publicada en The Guardian, los humanos hemos producido 8.300 millones de toneladas métricas de plástico desde 1950. La cifra es tan astronómica que es difícil hacerse una representación concreta de lo que significa esa cantidad. De esa cifra, 6.300 millones de toneladas han sido desechadas de una u otra manera, pero no han desaparecido, están todavía por aquí a nuestro alrededor, en los océanos, ríos, valles, montañas, y vertederos de desperdicios. Una basura que nos sobrevivirá a nosotros y a muchas próximas generaciones. Pasará un milenio y esa basura todavía estará ahí.

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Foto de Byron McTaggart, Freeimages

Otro dato relevante de esta infografía es que el 50% de esos 8.300 millones de toneladas ha sido producido en los últimos 13 años. Es decir, esta es una industria en expansión: se fabrica y se consume más y más plástico. De seguir a este ritmo, en 2050 nos encontraremos con 12.000 millones de toneladas de basura plástica esparcidas por el mundo. Restringir el uso de bolsas y pajillas (pitillos) plásticas, como se propone ahora para 2030 no será suficiente porque el plástico es mucho más que bolsas, vasos y pajillas.

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Wikipedia

Hay señales de plástico en los lugares más inesperados del planeta, en el fondo más profundo de los océanos, en el polo norte, en el estómago de animales e insectos. Ya se habla del plástico como un indicador geológico de la era del antropoceno. De seguir así, este es el futuro (cercano) que nos espera: un mundo de plástico.

PlanetaPlastico
Imagen de Vikentiy Elizarov, en Instagram

4 opiniones en “Un mundo de plástico”

  1. Tienes razón, no es fácil ser ecológicamente responsable. Pero es posible, los ejemplos que tú mencionas son prueba de ello. Lo que hace falta es más educación, que la gente tome conciencia de la importancia de reducir el plástico. Saludos.

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  2. Gracias Amira. Yo me lo propuse también lo de reducir el plástico… es una tarea ardua sin embargo que afecta la economía doméstica ser ecológicamente responsable. Pero me di cuenta de cosas que puedo hacer como llevar mi propia bolsa para las verduras que vienen sueltas por ejemplo en Aldi los rábanos, berenjenas, cebollino vienen sin plástico y también hay zanahorias no siempre con hojas y todo. Te recomiendo los mercados turcos tienes uno buenisimo cerca en Pankstrasse y los vegetales no tienen plástico a penas segun recuerdo. Yo también hice mi revisión para disminuirlo, buscando soluciones de compromiso en cada caso pero más comprometida con la causa.

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