Stephen Hawking, viajes espaciales y ciencia ficción

Stephen Hawking está convencido de que el futuro de la humanidad está en el espacio, que hay que encontrar cuanto antes otro planeta para mudarnos porque el que tenemos no está garantizado por mucho tiempo más.

¿Cuánto tiempo? Según Hawking, como máximo unos mil años. Lo que me suena bastante optimista teniendo en cuenta el paso acelerado al que va la destrucción de la Tierra debido a los efectos de la actividad humana sobre los ecosistemas terrestres, entre otras cosas. Por otro lado, la llegada al poder de figuras autoritarias del estilo Donald Trump, con sus propuestas militaristas y de escalamiento de las armas nucleares podrían restarle también montones de años al optimista milenio especulado por Hawking. La humanidad posee hoy las armas necesarias para su total autodestrucción. Esta es la diferencia con todas las guerras que se han peleado en el pasado.

¿Tendremos tiempo de mudarnos antes de que el antropoceno termine convirtiendo nuestro planeta azul en un infierno invivible?

Como yo tiendo a ser una persona más bien pesimista diría que no, pero, ¡quién sabe!

Uno de mis géneros preferidos en el cine es la ciencia ficción. Yo crecí viendo series de televisión como Viaje a las Estrellas, o Perdidos en el Espacio, y naturalmente, la serie de Star Wars. Para nuestra generación, los viajes interestelares son solo tema de ficción. Hasta ahora nadie ha ido más lejos de la Luna, que no es sino una reseca piedrecilla en el más próximo vecindario. Por eso cada vez que aparece en las noticias que la NASA acaba de descubrir un nuevo exoplaneta que podría tener las condiciones para ser habitado por los humanos, me parece que nos estamos moviendo en el terreno de la ciencia ficción.

Pero, ¡qué empresa no va precedida de una enorme dosis de ficción! Así partió un día Cristóbal Colón con sus carabelas. Supongamos que se llega a confirmar con toda seguridad la existencia de un exoplaneta que sería una réplica de la Tierra, con las condiciones ideales para el desarrollo de la vida vegetal y animal, como era este planeta antes de que empezáramos a echarlo a perder. Como un nuevo paraíso. La tierra prometida, no por Dios o algún profeta sino por los científicos de los programas espaciales de los hoy países ricos. Supongamos.

La película Interestelar (2014) de Christopher Nolan pone a los astronautas a viajar a través de un agujero de gusano, un atajo a través del espacio y el tiempo, en busca de un nuevo mundo para la humanidad. Pero hasta ahora estos ‘huecos’ no son más que una fantasía, o como mucho una posibilidad teórica de la ciencia. No más. Así, si la NASA encuentra un paraíso a trillones de años luz, todavía haría falta encontrar el agujero de gusano que permita acceder a ese lugar en un tiempo prudencial para que lo que se mande, un arca de Noé, llegue en buen estado.

De qué nos serviría saber de la existencia de un paraíso si no hay manera de llegar a él. Bueno, quizá serviría para vivir, y morir, con la ilusión de un destino utópico.

Stephen Hawking ha dicho recientemente en una entrevista que uno de sus sueños es poder hacer un viaje espacial. Richard Branson, el propietario de la compañía aeroespacial Virgin Galactic, que se propone desarrollar el turismo espacial, ya le ha prometido al físico un asiento en una de sus naves. Lamentablemente el proyecto lleva años de retraso por razones técnicas, la última conocida fue un accidente en el que murió uno de los pilotos, y por ahora no tiene fecha de inicio. Alguien le ha sugerido a Hawking que si Virgin Galactic se sigue retrasando, entonces que mejor reserve cupo con Elon Musk, cuya compañía de exploración del espacio, SpaceX, tiene programada su primera salida, nada menos que un vuelo alrededor de la luna, para 2018. Como se sabe, el objetivo de SpaceX es la colonización de Marte, un planeta que está lejos de ser un paraíso pero al menos está a la vuelta de la esquina.

También los planes de Elon Musk suscitan bastante escepticismo entre la comunidad científica. Un vuelo turístico de ida y vuelta (porque los pasajeros tienen que poder regresar sanos y salvos, si no, nadie más va a querer ir) podría demorarse más de lo que quiere este empresario aeroespacial. A la humanidad le tomó un milenio pasar del carro de mula a las naves espaciales. ¿Será un milenio –el último que nos quedaría de acuerdo con Hawking– suficiente tiempo para pasar de las naves de viajes espaciales convencionales al estilo de Elon Musk a viajes a la velocidad de la luz, o a través del tiempo, para ‘aterrizar’ en el exoplaneta ideal? ¡Quién sabe!

Si el futuro de la humanidad está en un cambio de planeta como sugiere Hawking, entonces el futuro está negro. Confieso que me gustaría ver a Stephen Hawking abordando uno de los aviones espaciales de Branson o de Musk, y que me gustaría verlo de vuelta con su silla de ruedas y su computador parlante hablando de sus experiencias. Es decir, me alegraría de que estos proyectos fueran exitosos. Sin embargo, mientras tanto, ¿no estaría bien también invertir más plata en la limpieza de los océanos, de los suelos, en la reforestación, en el reemplazo de las energías fósiles por energías sostenibles, en un abandono del modelo económico destructivo vigente hoy, es decir, en acciones que sirvan para mantener lo mejor posible éste, el único planeta que tenemos a mano? Parece que es más fácil explorar exoplanetas y agujeros espaciales que controlar la deforestación en el Amazonas.