«La gran Cartago libró tres guerras
Siguió siendo poderosa después de la primera
Habitable después de la segunda
Imposible de encontrar después de la tercera».
Esta es una cita de Brecht de 1951 que aparece en grande frente a su casa en Buckow, estado de Brandenburgo, a una hora de Berlín. Brecht es uno de esos autores que todo el mundo conoce de nombre, ¡quién no sabe quién es Bertolt Brecht! pero pocos han leído, o han visto sus obras de teatro. La cita, que sintetiza de manera sencilla las opiniones del dramaturgo sobre la guerra, llama la atención del visitante que se acerca a la casa por la prominencia que tiene el lienzo blanco adherido a la verja. Una mancha negra deja ver en el medio una sucia paloma.

El parte meteorológico había anunciado que el sábado 4 de marzo sería el primer día de primavera este año. ¡Sol y 18 grados de temperatura! Y esto en una época en la que todavía las nieves de febrero debían estar cubriendo las laderas de las colinas brandenburguesas. Pero no hubo nieve en febrero. ¡Al cambio climático buena cara! Con un día así, lo mejor era ir a pasear por alguno de los tantos lagos y zonas boscosas cercanas a Berlín. Descubrir Buckow, una pequeña ciudad encantadora construida en las colinas que bordean el lago Schermützel. Visitar la casa de Brecht, con toda la expectación con la que entra uno por primera vez a la casa de alguien famoso, esperando encontrar todavía allí, en los muebles, en los cuadros, en los rincones, rastros de la presencia de los ilustres habitantes. Así había visto unos meses atrás la casa de Goethe en Weimar.
En aquel lugar idílico de la Alemania oriental pasó Brecht los últimos años de su vida junto a su esposa, la actriz Helene Weigel, después de haber errado por el mundo huyendo del nazismo, en el exilio durante muchos años. La casa es pequeña, pero posee un enorme salón que le da a la construcción en esa parte dimensiones de palacio. El enorme ventanal deja apreciar las aguas tranquilas del lago y las montañas que se recortan al fondo. La claridad del salón por la luz del sol es impresionante.

En cuanto a la vida de los ilustres habitantes…, al visitante le toca hacer uso de muchísima imaginación, porque aparte de este suntuoso salón no hay acceso a las otras zonas de la casa. Pero no importa, en un día de primavera temprana como éste te puedes sentar en el jardín a contemplar el lago, el estrecho muelle al que seguramente Brecht y su mujer amarraban alguna barca. Imaginar cómo era la vida cotidiana en aquel lugar apacible al que de todos modos llegaban los conflictos a los que no podía escapar un intelectual conocido por sus posiciones políticas. Brecht murió en agosto de 1956 de un ataque cardiaco. Según rumores, sus relaciones con el régimen de la RDA, la Alemania comunista, no eran demasiado felices.

Brecht es el comunista bueno. Es decir, el comunista crítico, capaz de fustigar a lado y lado. Además, hacerlo como de pasada, como si no fuera en serio, siéndolo, con sarcasmo, con ironía, con un humor inteligente.
Yo vi hace mucho tiempo una representación de Madre Coraje y sus hijos, esa “hija de puta” con la que Brecht es capaz de reírse del pretendido amor maternal y de todos los estereotipos que han caracterizado tradicionalmente la figura de la madre. En la casa me enteré de que Helene Weigel actuó ese rol centenares de veces. En lo que antes era la casita del jardinero, en la que hasta hace no mucho vivió Barbara, la hija de Bertolt y Helene, ahora se expone el carromato, el vestuario y otros objetos usados en la escenificación de la obra.
“¡Así es la guerra, una bonita fuente de ingresos!”, dice la madre quien no duda de aprovecharse de la miseria de los otros para sobrevivir.
Es increíble lo actual que es Brecht, no solo en su crítica a la guerra sino en la crítica al capitalismo salvaje. ¿Quién es un criminal mayor, el que roba un banco o el que funda uno? Se pregunta en La Ópera de los tres centavos.
La frase de Bertolt Brecht que aparece en su casa de Buckow la deberíamos tener presente siempre.
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