
Algunos podrán negar el calentamiento global, pero si hay algo innegable hasta para los más escépticos o indiferentes es la tremenda contaminación ambiental que ha generado la actividad humana, especialmente en el último medio siglo de historia. Así que el problema no es solamente que el mercurio suba dos, tres o cuatro grados, el problema es también, y sobre todo, que nos estamos asfixiando, envenenando en nuestra propia basura, y, a menos que seamos imbéciles, o que queramos enfermarnos y autodestruirnos (lo que ya está sucediendo), hay que hacer todo lo que se pueda para frenar la contaminación.
Hace nueve años estuve pasando unas vacaciones en China, y tengo que confesar que a pesar de la suntuosidad y belleza de los templos y paisajes que vi, nada me causó tanta impresión como la sucia atmósfera del ambiente que cubría ese vasto país. Y lo peor es que en ese entonces a nadie parecía importarle. La gente andaba por las calles moviéndose entre una bruma de smog como si fuera la cosa más normal del mundo. ¿Cómo es que no lo ven?, me preguntaba constantemente. Si es verdad aquello de que el hombre es un animal de hábitos entonces, ¿se habrían habituado tanto los chinos al smog que ya no lo veían?
Sí lo veían. Lo que pasa es que para el Gobierno chino el smog, como dijo Al Gore hace unos años en su famoso documental, es una verdad ‘inconveniente’. Una verdad incómoda en términos de crecimiento económico. Así como les resulta ‘incómodo’ a los grandes intereses económicos de cualquier parte del mundo hablar de cambio climático porque ellos todo lo miden en relación con las ganancias monetarias y en el corto plazo. Por eso lo niegan, o lo matizan, o lo minimizan. Pero cada vez es más difícil minimizar un problema como el de la contaminación ambiental pues lo tenemos día a día frente a los ojos. No es solamente el smog de las grandes ciudades, es también la basura en ríos, mares y océanos, el envenenamiento de suelos por los desechos tóxicos de la industria agrícola, minera y fósil. Todo esto en escalas cada vez mayores. Si unos pocos grados centígrados en el termómetro parecen imperceptibles, este no es el caso con la inmundicia de la que vivimos rodeados.
En China los niveles de smog han subido tanto que, desafiando las amenazas del régimen, ya algunos se están atreviendo a hablar públicamente del problema. En febrero de este año la periodista Chai Jing produjo este video que se hizo viral en ese momento en las redes chinas y de todo el mundo. No es sorprendente que ella le haya puesto al video el título, Bajo la cúpula (Under the Dome), porque en eso se ha convertido el cielo de la China, en una enorme cúpula que no deja ver ni sol, ni nubes, ni estrellas. Nada, solo una perenne bruma gris.

En su video, Chai Jing muestra imágenes impresionantes de gigantescas chimeneas de fábricas expulsando negras nubes de gases, ríos convertidos en alcantarillas en donde flotan peces muertos. Imágenes que en muchos casos revelan un acelerado desarrollo económico, es verdad, pero que no se compadece con los más mínimos requisitos de protección a la salud humana y al medioambiente.
Antes el humo de las fábricas era señal de progreso, hoy es una señal de devastación, por lo tanto, de atraso.
En el video hay entrevistas con niños que nunca en sus vidas han visto una estrella, ni una nube. La periodista cuenta que en 2014, en su ciudad hubo 175 días en los que la contaminación del aire alcanzó niveles de presencia de micro partículas tóxicas muchas veces más alto de lo que la Organización Mundial de la Salud OMS considera como aceptable, por lo que no era aconsejable sacar a los niños a la calle.

El 30 de noviembre de 2015, el mismísimo día que comenzó la Conferencia sobre el cambio climático en París, Pekín registró uno de los peores niveles de contaminación del aire (50 veces más alto de lo que establece la OMS) de todos los tiempos. El paisaje de la capital de China es apocalíptico, dice el artículo, y recomiendan a la gente quedarse en sus casas. ¿Una pesadilla? No, la mera realidad. Sin embargo, y aunque hay mucha gente como Chai Jing, una encuesta del Pew Research Center encontró que sólo el 18 por ciento de los chinos cree que el cambio climático es un problema grave. ¡Se están ahogando en el smog y todavía el 80 por ciento de las víctimas no se ha dado cuenta de ello!
Una de las posibles razones de esto es que la gente todavía, al parecer, no se ha dado cuenta de que cambio climático y contaminación son dos fenómenos que van de la mano.
Pero no me quiero ensañar nada más con la China. En la India, para variar, el panorama no es menos desolador y hay días en que es peor, como lo revela este gráfico:
Las grandes ciudades europeas no se quedan muy atrás. Hace unos meses París fue declarada en emergencia debido a una alta concentración en el aire de partículas de polución .
En Ámsterdam si pasas el dedo por el alféizar de las ventanas que dan a la calle se te queda adherido un polvillo oscuro compuesto de ceniza, hollín, y metales pesados. Este polvillo todavía es invisible a simple vista, todavía no hemos alcanzado los niveles de Delhi, pero está presente en el aire que respiramos continuamente.
Las catástrofes ambientales y el cambio climático no son cosas del futuro sino del presente. Las sequías, inundaciones, incendios descomunales, tormentas, pérdida de la biodiversidad, envenenamiento de fuentes de agua, etc. no son el escenario de una película de Hollywood, son fenómenos que estamos padeciendo hoy, unos más que otros, pero al final, si no se le pone remedio, nos tocará a todos.
Y pensar que lo que se discute estos días en la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático COP21 (reducción de las emisiones de CO2) es sólo una parte -aunque ciertamente una parte clave- de todo lo que habría que comenzar a revisar y a cambiar (como el modelo economico destructivo que impera hoy) si queremos detener los destrozos que estamos causando.
He trabajado en temas de medio ambiente y cuando se trataba de bajar producción para ahorrar por ejemplo emisiones de partículas a la atmósfera , me encontraba con barreras impresionantes.Solo admitían medidas pero que no restasen producción.
Y eso era en España así que en otros países donde el atraso social es mas elevado me imagino que ni se molestan en poner medidas.
Nadie piensa en lo que vamos a dejar a los que viene detrás.
Saludos.
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