Peter Buggenhout en el Deichtorhallen de Hamburgo

Vivimos una época de excesos. Hay demasiado de todo. Mucho más de lo que un ser humano normal y corriente es capaz de absorber. De digerir. Queremos hacerlo todo, verlo todo, con el resultado de que en la práctica no hacemos y no vemos casi nada. Las librerías están abarrotadas de libros que nunca tendremos tiempo de leer. Las tiendas se ven llenas de ropa que nunca nadie va a alcanzar a ponerse. Los supermercados llenos de productos frente a los cuales titubeamos indecisos ante la amplia gama de opciones.

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Deichtorhallen – Foto de Thomas Fries (Wikipedia)

Por eso pocas cosas son tan placenteras como visitar museos y galerías de arte contemporáneo. No necesariamente por el arte que exhiben, el cual muchas veces nos deja más que perplejos –en el buen y en el mal sentido–, sino por los vastos espacios con los que cuentan en los que casi no se pone nada. Fue algo que pude comprobar una vez más hace unos días visitando el Deichtorhallen de Hamburgo, una de las galerías más grandes de Europa dedicada a la fotografía y el arte de hoy.

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Babel Variationen -Foto: J Eijsvoogel

Antiguas fábricas y otras edificaciones enormes de la arquitectura industrial de comienzos del siglo pasado, especie de catedrales de ladrillo y de hierro, como el Deichtorhallen, se han vuelto hoy espacios ideales para acoger las, con frecuencia, voluminosas y estrepitosas piezas de los artistas contemporáneos. Mientras en un museo tradicional, una sala de medianas dimensiones puede contener hasta veinte o treinta pinturas colgadas en sus paredes, en los museos modernos, todo un enorme salón puede destinarse para la exhibición de una sola obra. ¡Una sola!

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Lo bueno de que haya una obra por sala es que el visitante no se distrae con otras cosas, toda su atención se dirige a la única obra expuesta a la vista. Fue lo que hice frente a Babel Variationen, una obra de 2017, recién terminada, pues, del artista belga, Peter Buggenhout (1963). Se trata de una pieza gigantesca hecha de madera, metal, resina de polyester y papel de aluminio, que parece haber sido creada para ser exhibida aquí, o en un lugar similar. La idea era también que la obra hiciera alguna alusión a la nueva sala de conciertos de Hamburgo, la Elbphilarmonie, que desde su inauguración hace unos meses es el centro de atracción de la ciudad.

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Elbphilarmonie – Spiegel.de

Por eso son tan agradables las exhibiciones de arte contemporáneo, porque se producen dentro de un concepto de manejo del objeto y el espacio opuesto al de la realidad urbana de estos tiempos. Una realidad sobrecargada que agobia al individuo. La vista de una pieza como Babel Variationen, así tenga algo de amenazante, de aterrador, por el hecho de encontrarse en un salón de grandes dimensiones produce el efecto contrario: el de un alivio y sosiego dichoso. El amplio espacio permite tomar distancia de la obra y observarla con más objetividad. A la manera como se examina un organismo bajo el lente del microscopio, aislado del resto del mundo.

Últimamente, para evitar sentirme en un supermercado, cuando voy a un museo trato de concentrarme en la observación de unas pocas obras, o incluso de una sola. Intentando ver y saber lo más posible sobre ésta, haciendo a un lado todo lo demás. Fue lo que hice el otro día en el Deichtorhallen. El criterio para decidir qué obra admirar puede variar. En este caso fue la imponencia de la escultura. Un armatoste colosal en medio de un salón resplandeciente. Yo no sé si Buggenhout es un gran artista. De hecho, no sabía nada de él hasta hace unos días. Pero el espectáculo de su Babel despierta la curiosidad. Quieres saber quién es el artista, qué más ha hecho.

Babel Variationen es sin duda una obra de aspecto amenazante. Según la leyenda informativa del museo, es apocalíptica. Dice también dice que las esculturas de Peter Buggenhout irradian una belleza peligrosa. Yo lo hubiera dicho al revés: irradian un peligro hermoso. Un poco a la manera de Anselm Kiefer. Alguien a quien dan ganas de seguirle la pista.

Salí de la exposición sin saber absolutamente nada de los otros artistas de la muestra. Pero consciente de que aunque me hubiera detenido frente a sus obras, igual habría salido sin saber gran cosa de ellos. Se aprende poco cuando nos exponemos a mucha información al mismo tiempo. En cambio, estaré pendiente de Buggenhout. Por lo pronto, me encontré con este video de 2010 en Youtube en el que el artista explica su paso de la pintura a la escultura, las materias que usa en sus trabajos, su manera de crear, entre otras cosas.

¡Qué lejos están Bernini, Borromini, Rodin… de escultores contemporáneos como Buggenhout!

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