Para Bunita Marcus se llama una de las últimas piezas para piano solo que escribió Morton Feldman. Bunita era una amiga suya, compositora también ella misma.
El Holland Festival de este año la incluyó en su programa. Como nunca había escuchado en vivo una composición de Feldman -algo que no es fácil porque Feldman no es precisamente un compositor de grandes públicos, muy rara vez las salas de conciertos y los músicos lo incluyen en sus repertorios- me dije que ésta era la oportunidad.
For Bunita Marcus dura unos 90 minutos, pero pueden ser más o menos minutos según el pianista que la interprete. Reinbert de Leeuw, por ejemplo, el pianista que la tocó el jueves 6 de junio en el Muziekgebouw de Ámsterdam, quien tiene una tendencia a alargar las melodías, a hacerlas más suaves, más delicadas, más etéreas de lo que ya son en sí mismas (hay que oír su versión de las Gnossiennes y Gymnopédies de Satie – un poco demasiado letárgicas), se demoró un poco más de 90 minutos. Oí decir que ha habido versiones de 80 minutos.
Esta pieza de Feldman es de una sutileza extrema, minimalistííísima, espaciosa, contemplativa, soñadora y … somnolienta. Este último adjetivo no es difícil aplicárselo a las piezas para piano de Feldman. El mismo confiesa haberse quedado dormido durante la ejecución de uno de sus propios trabajos para piano de cinco horas de duración. Algo bueno que tienen estas composiciones muy largas es que le dan al público la libertad de moverse de sus sillas, levantarse para ir al baño, o ir al bar del teatro a tomar una copa. Como en la ópera de Philip Glass, Einstein en la playa, que este año montó la Opera de Ámsterdam y que dura algo más de cinco horas. Después de una hora y media ya había más gente en el bar que en el auditorio. Lo sé porque yo también estaba en el bar.
Noventa minutos de un piano apenas rozado con los dedos. Escuchar en vivo esta pieza de Feldman en una sala oscura casi llena, en el escenario un círculo de luz alumbrando al que parecía un semi adormecido pianista, fue toda una… experiencia. Como viajar en un avión en un vuelo de hora y media sin turbulencias. Y si bien en materia de vuelos prefiero la ausencia de turbulencia, con la música en cambio creo que no vienen mal algunos sobresaltos.