Anselm Kiefer dice no a la guerra

— Detalle de la Instalación de Kiefer en el Stedelijk Museum de Ámsterdam —

La enorme exposición de la obra del artista alemán Anselm Kiefer que se puede ver por estos días en el van Gogh Museum y en el Stedelijk Musem, dos de los grandes museos de Ámsterdam, se podría considerar como un manifiesto contra la guerra. Contra la guerra sobre la que tanto se habla en Europa en estos días, como si fuera la cosa más banal del mundo. Kiefer nació en 1945, y creció en las ruinas de la posguerra alemana.

Detalle de la Instalación

Kiefer escogió para la exposición el título, Sag mir wo die blumen sind, (Dime dónde están las flores), tomado de una canción de los años 1960 del cantante folclórico estadounidense Pete Seeger, que se pregunta en ella, con nostalgia, con tristeza, a dónde han ido a parar las flores, las muchachas, los soldados, los cementerios cubiertos de flores… Y repite al final de cada estrofa el estribillo, When will they ever learn? (¿Cuándo van a aprender?). Es una canción con un profundo mensaje antiguerra.

Detalle de la Instalación

En una entrevista, Kiefer cuenta que conoce la canción desde hace tiempo, que le resulta un poco kitsch, es cierto, pero que esa frase, when will they ever learn?, le hace preguntarse, cómo es posible que estas cosas sigan pasando. [Por si alguien tiene curiosidad sobre cómo suena toda la canción, la pongo aquí cantada por Marlene Dietrich en inglés. Y aquí en alemán.]

Son muchas más las referencias que contra la violencia de la guerra aparecen en esta exposición de Kiefer. Por ejemplo, las frecuentes alusiones a los versos del poeta judío rumano, francés, de lengua alemana, Paul Celan. En realidad, casi se podría decir que toda la obra de Kiefer parece permanecer en un diálogo continuo con los versos de la Todesfuge (Muerte en fuga, o Fuga de la Muerte), el poema más famoso de Celan, que describe un campo de exterminio nazi, mientras sugiere la estructura musical de la fuga.

Interior (1981) – La Cancillería de Berlín destruida en 1945

Los enormes cuadros de Kiefer, cargados de plomo y ceniza, revelan las huellas del poeta. Sus lienzos están cubiertos de paja, girasoles, ropa, cenizas, cabellos y fragmentos de vidrio; sus instalaciones consisten en plomo, vidrio, metal, plantas y semillas secas. Como dice Joost de Bloois, “La obra visual de Kiefer deriva en gran medida del lenguaje visual de Celan, cuya poesía y poética forman el horizonte en el que se perfila la obra de Kiefer”.

tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamith

Esto queda ilustrado en cuadros como Aschenblume (Flor de ceniza), un título tomado obviamente de Celan; o en Sol Invictus, que representa a un hombre acostado, (una pose yoga conocida como corpse pose, en la que la persona se ve así misma como muerta, integrándose en la naturaleza), bajo un enorme girasol que parece surgir del hombre mismo. El lugar al fondo hace pensar en un campo de girasoles arrasados. El girasol muerto es una figura recurrente en Kiefer.

Sol Invictus (1995)

Todo hace pensar en final de la historia y en destrucción en la obra de Kiefer. Un final que resulta de la guerra, o del deterioro ambiental. Este último, otro tema clave en su imaginario artístico. La primera parte de la exposición está dedicada a destacar las afinidades con la obra de Vincent van Gogh, un artista que tuvo gran influencia en el arte de Kiefer. Empezando por los girasoles. Aunque más contundente aún, por el claro impacto que tuvo en Kiefer la última obra de van Gogh, realizada poco antes de su muerte, Campo de trigo con cuervos (1890).

Campo de trigo con cuervos (1890) – van Gogh

Una idea emparentada con el enorme lienzo titulado, Nevermore (2014), que hace referencia también al famoso poema de Edgar Allan Poe, El Cuervo, en el que un cuervo atormenta a un amante angustiado repitiendo las palabras ‘nunca más’ una y otra vez. El cuadro de van Gogh presagia la muerte. Así también en el cuadro de Kiefer, que además se empeña en acentuar el horror. El horror a la guerra y a la devastación ambiental.

Nevermore, 2014

When will they ever learn?, se pregunta Kiefer indirectamente en la enorme instalación inmersiva del Stedelijk Museum. Una pregunta retórica, pues la impresión que queda flotando a lo largo de toda la exposición es la de que, no, nadie ha aprendido nunca nada. Quizás porque el impulso hacia la guerra estaría ya de manera recurrente en las células, en los genes, en la sangre de los seres humanos.

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