Alguien escribió que a una madre se le perdona todo menos la traición a sus hijos. Alice Munro sabía que su hija había sido sexualmente abusada por su padrastro, el segundo marido de Alice, y optó por quedarse callada, poniéndose de hecho, además, del lado del abusador.
Por condenable que pueda parecer esta actitud de la madre hacia la hija, por lo despreciable que nos pueda parecer la mujer, ¿justifica su actitud odiosa como ser humano una condena también a su obra? Es decir, la preciosa narrativa de la escritora canadiense, que le valió el Premio Nobel en 2013, se ha vuelto de repente menos buena que antes de conocerse los hechos? ¿Y si nunca se hubiera sabido nada? Si la hija de Alice hubiera callado para siempre, como ha sucedido a lo largo de los siglos en los que los abusos (sexuales, psicológicos, físicos) cometidos por hombres notables (y algunas mujeres notables también) eran la normalidad y pasaban desapercibidos, volviéndose inexistentes?
Hasta hace no mucho tiempo, nadie cuestionaba el comportamiento ético de los artistas, escritores, científicos, políticos, académicos, es decir, de esa gente que, además de brillar en su campo de experiencia, aprovechaban su posición ventajosa para darle salida impunemente a sus instintos más primarios. Hoy, por fortuna, la gente está menos dispuesta a callar los ultrajes de los que son víctima, con el resultado de que algunos genios son bajados del pedestal y su obra puesta en cuestión. Cancelada, como se dice ahora. Cancelamiento que es una consecuencia menos afortunada de los intentos de hacer justicia.
Algunos piensan que es imposible separar al ser humano de su obra, y se preguntan, ¿cómo seguir admirando los cuentos de Munro sabiendo de la vileza cometida hacia su hija? Insinúan que si seguimos leyendo a Munro nos hacemos cómplices de lo que le sucedió a la hija. ¿Cómo le vamos a creer ahora su historia del “amor de una mujer generosa” que reflexiona sobre lo que significa la culpa en una persona que ha cometido un acto inmoral, y sobre la necesidad de castigo como única forma de expiar esa culpa?
Este tipo de crítica es en realidad una censura. Quienes así piensan parecen estar dispuestos a mandar a Alice Munro a la hoguera.
Mucha gente ha opinado al respecto, no solo para condenar sino también para tratar de comprender. Su amiga y paisana, Margaret Atwood dijo que Munro fue una mujer de su época, “perteneció a una generación y a un lugar que escondía las cosas bajo la alfombra”. Alice no solamente escondió el sufrimiento de la hija sino que se puso del lado del criminal, como seguramente hicieron tantas mujeres de su generación (y generaciones anteriores) en situaciones similares, sometidas a una mentalidad de dominación del hombre, el padre, el marido. Es fácil culpar al ser humano por lo que percibimos como su mal comportamiento; más difícil es entender que los ‘malos comportamientos’ pueden estar inscritos en el entorno social e histórico en el que se producen.
En los últimos años han salido a la luz muchos casos similares a este, como el de la escritora francesa Vanessa Springora que narró en el libro El Consentimiento, los abusos sexuales a los que la sometió durante su adolescencia un reputado escritor francés, mientras el círculo familiar (incluida su madre) y el de los amigos estaban al tanto de lo sucedido y no dijeron nada. Todos se callaron, por lo que dice Atwood, porque en esos años esas cosas se ocultaban bajo la alfombra.
Pero aparte de la culpa o la inocencia (esto que lo resuelva la familia), lo único que debería contar para sus lectores son los libros. Que un buen autor en su vida real sea cínico, mentiroso, ladrón, asesino, etc., esto no demerita el contenido de su obra. El comportamiento de un autor por muy execrable que sea no debería intervenir a la hora de juzgar su talento. Si tuviéramos que cancelar a Munro por su comportamiento, tendríamos que hacer lo mismo con muchos de los grandes artistas, escritores, científicos, etc. del pasado de los que se sabe que fueron, o pudieron ser, unos bellacos. ¿Estamos dispuestas a renunciar a ver a Picasso, a leer a Céline, Neruda (conocido violador), TS Elliot, Flaubert, Hemingway, Gauguin que posiblemente se aprovechó de todas esas muchachas que aparecen en sus cuadros? ¿Quién se salva?
La moral no debería imponerse sobre la estética. Hay seres humanos abominables con una obra exquisita. Probablemente Alice Munro fue una mujer débil de carácter, pero al mismo tiempo existió una Alice Munro capaz de escribir historias de gran profundidad psicológica. Esta última es la que nos interesa.



querida Amira, fascinante tu escrito como siempre… Pero he pensado q es algo muy humano no poder separar ambas cosas. Yo tenía un libro de narrativa sobre la amistad, dentro de los 10 libros que me llevaría a una isla desierta. Unos años después supe que el sentimiento de amistad del escritor tenía un límite muy bajo y traicionó muy fuertemente a uno de sus amigos (Q conoces como yo) por poder y status… El libro salió de mi lista, mi alma lectora no le pudo perdonar esa traición. No me interesó ni me interesa más lo que escribe… Y quisiera no pensar así pues no guardo rencor a nadie por nada, creo en el libre albedrío, pero en algún punto a mi inconsciente le gusta ser consecuente y la noción del bien sobre todo. Leer a un canalla que escribe bien, sin saber que es un canalla me va bien. También te he digo, en Cuba se hablaba pestes (políticamente hablando ) de Vargas Llosa y casi me lo pierdo, suerte que venció mi racionalidad y decir deja separar l las cosas.
Un abrazo, un placer leerte siempre
Laya
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Querida Laya, gracias por tu extenso y explicativo comentario. Sin duda tienes razón, esta es una decisión personal. Cada cual puede juzgar según sus experiencias. Y estoy de acuerdo, si conoces personalmente, o muy de cerca, al autor y resulta ser una persona totalmente diferente a lo que creías, tienes todos los motivos para desecharlo.
No sabía que Vargas Llosa fuera tan (políticamente) rechazado en Cuba por el público en general. Sí por el régimen, claro. Pero yo pensaba que la gente lo adoraba.
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Los lectores lo adoran, pero conseguir sus libros no era fácil y hablar de su buena literatura era en círculos privados, no en la prensa. Solo hablaban mal de él por la política… Y si te dicen todo el tiempo que alguien no es bueno, me resultó difícil llegar a él . Lo conocí por una gran amiga, marxista hast, los tuetanos que también amaba la literatura de Vargas Llosa:) . He leído solo 3 libros, entre ellos Conversacion…
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Te recomiendo que leas también «La fiesta del chivo», para mi gusto, una de sus mejores obras.
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