Tiempo para no hacer nada…

Que viene a ser lo mismo que, tiempo para perder el tiempo.

— Foto de Heather Zabriskie, en Unsplash —

En la película Macaroni (1985) del director italiano, Ettore Scola, hay una escena en la que dos viejos amigos, Marcello Mastroianni y Jack Lemmon conversan frente al mar. El personaje de Lemmon es un rico hombre de negocios estadounidense con una vida agotadora. Ahora, después de cuarenta años, vuelve a Nápoles a visitar a su amigo italiano de la juventud. Al contrario de Lemmon, el personaje de Marcello es más bien pobre, pero ha llevado una vida familiar feliz, tranquila y relajada. En la escena se ve a los dos viejos sentados conversando, mirando al mar, mientras Marcello le dice al otro algo así como que es un placer tener tiempo para no hacer nada. Tiempo para mirar a lo lejos. Tiempo para perder el tiempo.

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¿Hay demasiada gente en el mundo?

Tal vez ni siquiera es que seamos muchos, es que consumimos mucho.

Un amigo gay me comentó una vez que el auge de la movida gay de las últimas décadas en el mundo podría entenderse como una forma de control natural al problema de la sobrepoblación. Las parejas homosexuales, por lo general, no contribuyen a aumentar la especie y más bien están dispuestas a ocuparse de los hijos de los otros.

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