El enemigo ruso

Los artistas rusos en Occidente en tiempos de la guerra en Ucrania

Imagen de slippedisc.com

El joven violinista ucraniano, Dmytro Udovychenko, ganador del prestigioso Concurso Reina Elisabeth en Bruselas la semana pasada, se negó a dar la mano a uno de los miembros del jurado, el violinista ruso Vadim Repin. ¿Un acto de descortesía? ¿Tal es el estado actual de la cortesía musical?, se preguntaba un medio de noticias musicales en Internet al día siguiente. En ese momento seguramente muchos de los espectadores no sabíamos que Udovychenko es de Járkov, y que sus padres están padeciendo en estos momentos los bombardeos de Putin. Y más aún, Vadim Repin, uno de los grandes violinistas de estos tiempos, es el director artístico del Festival Transsiberiano cuyo presidente es nadie menos que el mismo Vladímir Putin.

¿Qué hubieras hecho tú? ¿Darle la mano al ruso, sonriendo, como si nada, mientras en ese momento una bomba rusa podía estar cayendo en la casa de tus padres?

Al parecer, Repin, al igual que muchos otros grandes artistas rusos, no se ha distanciado abiertamente de las políticas de Putin, y esto es, en estos momentos, un pecado imperdonable en el mundo occidental. Pero, ¿es este un buen motivo para juzgar a estos artistas como enemigos, y vetarlos en las salas de concierto de Europa y Estados Unidos? Como viene sucediendo desde febrero de 2022, fecha del inicio de la guerra en Ucrania. Una actitud que, por fortuna, se ha suavizado en los últimos tiempos, la presencia de Repin como jurado en el concurso de Bruselas es una prueba.

Tchaikovsky

Cuando comenzó la guerra el veto fue total. El Metropolitan de Nueva York les cerró las puertas a las grandes estrellas rusas de la ópera. El museo Hermitage de Ámsterdam rompió sus relaciones con el Hermitage de San Petersburgo. Al ballet Bolshoi le cancelaron todos los compromisos en Londres y Madrid. Y así muchos más casos. En aquellos momentos, la cosa llegó al extremo de prohibirse a algunas orquestas tocar las obras de Tchaikovsky. ¡Qué escándalo! Como si hasta Tchaikovsky tuviera la culpa de la guerra en Ucrania. Ni en los peores tiempos de la guerra fría se aplicó una política de cancelación de artistas de esta naturaleza. En ese entonces todavía se pensaba que el arte podía trascender las diferencias políticas. Pero ahora se les exige a los artistas rusos tomar públicamente distancia del régimen putinesco, como requisito para ser aceptados en salas y museos occidentales. O denuncian a Putin o van a la lista negra. Un requisito que parece una típica cacería de brujas, y hace pensar más en la era soviética en la que compositores rusos como Shostakovich debían mostrarse como anticapitalista para que el régimen soviético los dejara componer y tocar en paz.

¿Se estará volviendo el mundo occidental de hoy más intransigente? Sea lo que sea, es preocupante este clima de intolerancia en el mundo de las bellas artes.

Un artista —al igual que cualquier otro ser humano— debe tener derecho a NO expresar públicamente sus opiniones políticas. Que lo juzguen por su arte, y punto. Además hay que tener en cuenta que, mientras un estadounidense puede lanzar toda clase improperios contra el presidente Biden, a un ruso que insulte al presidente Putin le puede costar varios años de prisión, sin hablar de que perderá todos los beneficios que el régimen le ofrece para proseguir con su obra artística. Al comienzo del Festival Transsiberiano, Putin envía un saludo a los organizadores, participantes e invitados del evento. El texto del saludo es todos los años más o menos el mismo. Lo más posible es que no sea Putin mismo el que escribe estos textos. Anda tan ocupado con su guerra que quizá ni los lea antes de que los funcionarios de la cultura los envíen. ¿Qué sería del Festival Transsiberiano de Vadim Repin sin el apoyo del Kremlin?

Al mismo tiempo, un artista tiene derecho a protestar. La negativa de Udovychenko a darle la mano a su colega ruso, que en ese momento ve como del lado del enemigo, fue un gesto de protesta. Ello a pesar de que, como han resaltado algunos medios, durante las semanas de las eliminatorias, Udovychenko no tuvo inconveniente con la presencia del ruso como jurado, y al final se alegró de recibir el premio, sabiendo que este reconocimiento lo había hecho posible también el miembro ruso del jurado. Por eso han concluido que, negar el saludo fue también un gesto “de mala educación.., (que) disminuye la humanidad del evento musical”.

Hay más cosas en común que divergencias entre un violinista ucraniano y un violinista ruso. No es sano que la guerra entre los dos países, de la que el violinista ruso no tiene la culpa, llegue hasta las salas de concierto. Resaltando los antagonismos, aunque existan, se le hace el juego a Putin quien, si por casualidad llega a enterarse de lo sucedido aquella noche en un teatro de Bruselas, se va a alegrar, porque el hecho le servirá como una prueba más de que los ucranianos no son gente de confiar.

Dmytro Udovychenko en la final del concurso

2 opiniones en “El enemigo ruso”

  1. Me parece un caso complicado y antes de opinar necesitaría más información, como por ejemplo un vídeo del momento completo, no una imagen aislada, por si hubo al menos una inclinación de cabeza; y saber si la composición del jurado estaba fijada ya antes de que los participantes se registraran.

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    1. Estoy de acuerdo contigo en que esto es complicado, y es muy difícil juzgar desde afuera o sin contexto. Sí hubo una pequeña inclinación de cabeza, pero el hecho de que el joven cruzara sus manos en la espalda indica ya que no tiene intenciones de apretar la mano del otro.

      Y en cuanto al jurado, por supuesto que los participantes conocen con anticipación quiénes son sus miembros. Saludos.

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