¿Quién es antisemita?

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Ahora que a cualquiera lo acusan de antisemita nada más por protestar contra la guerra de Israel en Gaza, una acusación que estigmatiza y pone en una posición vulnerable a quien se escandaliza por los crímenes del Gobierno de Netanyahu en territorios palestinos, no se entiende por qué nadie echa mano de la llamada Declaración de Jerusalén para decidir quién es o no de verdad antisemita.

La Declaración de Jerusalén sobre el Antisemistismo es el resultado de una minuciosa evaluación de este concepto a cargo de un grupo de académicos de Europa, Israel y Estados Unidos, personas especializadas en el tema. Impacta la precisión, brevedad y neutralidad política de esta Declaración que dice simplemente así: “Antisemitismo es la discriminación, los prejuicios, la hostilidad o la violencia contra los judíos por el hecho de ser judíos (o contra las instituciones judías por el hecho de ser judías”). Así pues, todo lo que se sale de los límites de esta definición no puede ser considerado antisemita. Así pues, y esto puede sonar polémico pero no lo es tanto si se examina desapasionadamente, incluso el ataque de Hamas a Israel (un ataque salvaje, terrorista, cruel, condenable por cualquier ley nacional o internacional) no puede considerarse antisemita, pues ese grupo atacó a la población civil israelí no por el hecho de ser judía, sino por la política colonizadora de su gobierno que no cesa de acaparar territorios palestinos.

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¿Por qué no se hace mención de esta Declaración cuando se acusa de antisemitas a los estudiantes universitarios (entre los cuales hay también muchos judíos) por rechazar la colaboración de sus gobiernos con la violencia desatada por Netanyahu en Gaza? Los estudiantes no condenan al actual Gobierno israelí por el hecho de ser judío, lo condenan por su violencia desmesurada contra civiles indefensos, a la vez que denuncian la hipocresía de sus propios gobiernos que no han sido capaces (sobre todo EE.UU. que sí tiene el poder de hacerlo, pero no la suficiente voluntad política) de ponerle freno a Netanyahu.

Aunque es verdad que la acusación de antisemitismo se ha vuelto un arma política que se utiliza para descalificar, para cancelar a alguien, por otro lado también es verdad que el verdadero antisemitismo también ha aumentado en las últimas décadas en el mundo, y cada vez son más frecuentes los ataques a personas e instituciones judías por el mero hecho de ser judías. Un buen ejemplo de alto perfil de esto es el caso del primer ministro de Hungría, Victor Orban, que no duda en atacar y difamar con calumnias, sin fundamentos, al multimillonario judío George Soros y sus empresas nada más por el hecho de ser judío.

Además del antisemitismo tradicional, de origen cristiano, que hoy empuñan principalmente los grupos de ultraderecha, que profanan cementerios judíos, pintan esvásticas, y elaboran toda clase de teorías conspirativas contra los judíos, ahora tenemos el antisemitismo del islamismo radical. Este último es particularmente preocupante porque se aprovecha de la posición de debilidad de los palestinos para justificar actos tan horribles como apuñalamientos a ciudadanos judíos, o ataques a escuelas o negocios de propietarios judíos. La des(información) que circula por la redes sociales sobre estos hechos y temas se ha encargado de aumentar sus dimensiones de manera exponencial.

La novela El puente de Alcántara, del escritor alemán Frank Baer, recrea la España del siglo XI, una época en la que los moros dominaban dos terceras partes de lo que hoy es España. Las comunidades judías convivían de manera armoniosa con los musulmanes. Los problemas se les presentaban a los judíos en cambio, cuando debían atravesar territorios cristianos. No hay que olvidar que, tradicionalmente el antisemitismo ha sido sobre todo un asunto de cristianos. La novela trae una escena particularmente espantosa en la que uno de los protagonistas, Yunus, un médico judío que casualmente un Viernes Santo se encontraba en la ciudad francesa de Tolouse, es capturado, encadenado y sometido a azotes en la iglesia episcopal ante los ojos de todos los cristianos de la ciudad. La razón es que en esa época, en esa bella ciudad se tenía la costumbre de someter a martirio ese día a un judío, como expiación por los crímenes de sus ancestros contra Jesús de Nazaret.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que la cristiandad ‘perdonara’ a los judíos por haber matado a Jesús. Es posible que algunos todavía no lo hayan perdonado. Pero la historia con los moros es otra cosa. El antisemitismo islamita (yihadista, sangriento) es reciente. Es un fenómeno del siglo XX. Masacrar a los palestinos y apoderarse de sus tierras solo servirá para aumentar el odio entre dos comunidades que en el pasado convivieron pacíficamente.

8 opiniones en “¿Quién es antisemita?”

  1. Semita ( RAE ):

    1. adj. Según la tradición bíblica, descendiente de Sem. U. m. c. s.

    2. adj. Dicho de una persona: Que pertenece a alguno de los pueblos que integran la familia formada por los árabes, los hebreos y otros. U. m. c. s.

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  2. Una pregunta, simplemente por curiosidad. ¿Por qué utilizas varias veces el término moro en lugar de árabe para hablar del largo período de dominación árabe o musulmana en España?

    La Declaración de Jerusalén parece interesante, no la conocía. De todos modos el tema de la violencia del Estado de Israel sobre Gaza se las trae. Esa actitud no va precisamente en favor de reducir el antisemitismo, pero a muchos les gusta ser victimistas . En fin, salud y calma.

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    1. Respondo tu pregunta:

      El término ‘moro’ era el que se usaba en la España medieval durante el periodo de la presencia musulmana en la península, del siglo VIII al XV más o menos. Se les llamaba moros a todos los musulmanes, y no eran solamente árabes, también los bereberes y toda la gente del Magreb. También es verdad que más tarde en la Historia, la palabra ‘moro’ adquirió una connotación racista, un moro era una persona de piel oscura, y por eso pasó a utilizarse de manera despectiva. Pero creo que, si hablamos del perido en el que ellos dominaban buena parte del territorio español, ‘moro’ es la palabra más adecuada. Saludos.

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      1. Gracias, pero te lo decía porque precisamente los historiadores han utilizado siempre el término cultura y civilización, o invasión en su caso, árabe. Aunque hubiera gentes del Norte de África. Si ha cambiado el criterio lo ignoraba.

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  3. Lo único que puedo puntualizar es lo que conozco. Según mis apellidos y si no estoy mal informado tengo orígenes judíos conversos. Por supuesto, cómo yo no estaba allí, no puedo responder personalmente. El tema que abordas es espinoso y el valor y la preocupación por documentarnos es de agradecer. Pero cuando hay una guerra TODO se convierte en propaganda, sangre y humo. Yo, en esta como en todas, tomo nota de políticos, fondos de inversión, partidos, oligarcas…metidos en ella . Porque luego son los que propagan generalizaciones como grandes mantos para cubrir su inmundicia. No soy pacifista pero, sobre todo, lo que no soy es belicista. Y quiero saber quién lo es y dónde está. No conoce fronteras y es el verdadero enemigo.

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  4. Totalmente de acuerdo contigo. El problema es que tendremos a generalizar, cuando hay que saber diferenciar: judío no es sinónimo de israelí, ni musulmán lo es de árabe; y una cosa es luchar contra un grupo terrorista y otra la carga masiva contra una población.
    Lamentable la humanidad evoluciona por olas, y después de una larga de democracia, estabilidad y apertura intelectual nos quieren obligar a vivir otra de cerrazón y violencia.

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