Alemán para extranjeros

El otro día, andando en el metro de Berlín vi un anuncio publicitario de una escuela de lenguas que ponía: Tired of speaking silly German? We can help you out!

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imagen de: boredpanda.com

Con un año y medio viviendo en Berlín y habiendo estudiado la lengua lo mínimo posible, haciéndome entender a los empujones, en los casos (que son más frecuentes de lo que uno se imagina) en los que nadie parece saber una palabra de la lengua de Donald Trump y Theresa May, pensé que ese anuncio debería caerme como anillo al dedo. Intentarlo de nuevo con unas clases no me vendría mal.

Pero entonces volví a recordar las verdaderas razones por las cuales hace un año decidí que lo mejor (lo más objetivo) era no estudiar mucho una lengua que estaba condenada a no aprender nunca correctamente. Yo sé que con esto estaré escandalizando a los fanáticos del aprendizaje de las lenguas. Aprendería, por supuesto, algo, en ciertos casos llegaría incluso a ser capaz de construir unas buenas frases. Pero por mucho que estudiara, en el par de años que me quedan por vivir en este país, no iba a conseguir superar verdaderamente la precariedad de mi alemán. Conclusión: mejor invertir ese tiempo en otra cosa.

Antes de seguir, aclaro que no estoy afirmando que sea imposible aprender el alemán. Lo que intento decir es que, para quienes procedemos de una lengua latina, el alemán es una lengua que nunca llegaremos a dominar, pues para ello hay que: primero, comenzar a una edad temprana y, segundo, estar dispuesto a dedicarle muchos años. Me atrevería a especular que, después de los cuarenta, aprender bien alemán es una misión imposible. Habrá algunos casos de superdotados para las lenguas que lo logren, no lo dudo, pero esto no aplica a la mayoría de los mortales.

Con esto en mente, me suscribí a una cuenta en Facebook titulada Alemán sin estudiar, en la que un simpático vasco residente en Alemania desde hace años intenta convencernos a los suscriptores que tal cosa, aprender alemán sin estudiar, es posible. Yo lo sigo con gusto, y es verdad que cada vez aprendo algunas palabritas, alguna expresión de la vida diaria. No está mal, la verdad, es divertido. Pero no nos hagamos ilusiones. Después de un año de “alemán sin estudiar” en Facebook, esta mañana todavía no le entendí a una vecina que me dijo a toda velocidad no sé qué cosa, una sucesión de sonidos amorfos, entschuldigung, más despacio, por favor, hasta que después de tres o cuatro intentos llegué a la conclusión de que ella me pedía que le dejara la puerta del edificio abierta. ¿Por qué? Nunca me quedó claro, aunque estoy segura de que ella me lo explicó.

Ayer, casualmente, me encontré con un artículo en la web de la Deutsche Welle sobre los problemas de los refugiados mayores de cierta edad para aprender la lengua. Todos los refugiados, sin distingos de edad, están obligados a seguir cursos de alemán con el fin de promover su integración a la sociedad alemana. Me parece fantástico. ¡Qué mejor acogida y señal de buena voluntad puede brindar un país a sus inmigrantes que ofrecerles enseñarles su lengua! Las intenciones son sin duda las mejores. Pero, ¿cuánto van a aprender ellos? El artículo trae ejemplos de personas mayores de cincuenta y de sesenta para quienes estas clases son como una tortura diaria. Y un desperdicio de dinero.

Otro artículo reciente de prensa me llevó al tema desde una perspectiva opuesta. El político conservador, Jens Spahn, miembro del CDU, el partido de Angela Merkel, se queja de que se oye demasiado inglés en Berlín, levantando con esto un debate sobre el rol de la lengua en Alemania. Al señor Spahn le resulta escandaloso que en los bares hípsters de Berlín, los alemanes nativos prefieran dirigirse a la clientela en inglés. En plena capital de Alemania, en estos ambientes expats (una palabra más elegante para designar a los inmigrantes de buenos recursos) la lengua alemana ha pasado a tener un rol secundario, declara ofendido. Y dice también que los alemanes tienen razón de esperar que los extranjeros aprendan la lengua del país.

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Póster de, travel24.co.uk

Cuando leí ese artículo pensé, algo de razón no le falta a este político, es al extranjero al que le toca adaptarse al país en el que ha elegido vivir y no al revés. Sin embargo, las palabras del señor Spahn no pueden ser más exageradas, debido seguramente a que él se mueve especialmente en los ambientes hípsters de Berlín en donde domina el inglés. Si frecuentara sitios menos exclusivos no oiría una palabra de inglés. La esfera hípster global se desarrolla en inglés, en cualquier ciudad grande del mundo, aunque esté compuesta de franceses, italianos, alemanes, holandeses, griegos, mexicanos, españoles. Lo que sea.

Pero digo que tiene también algo de razón porque la usurpación del inglés es un fenómeno creciente en muchas partes del mundo. Aunque en Alemania, un país grande con una lengua fuerte, esto no es realmente un ‘problema’, sí lo es en países pequeños, como Holanda, en los que la presencia de toda clase de expats –y otras razones- ha ido llevando paulatinamente a una ‘desaparición’ de la lengua nativa en determinados espacios públicos, y a una presencia cada vez más consolidada del inglés. Solamente Cataluña es una excepción a esta tendencia. Ellos insisten en hablar catalán y no les importa que no los entienda ni Dios.

twain.side-fullTambién fue en el metro de Berlín que vi un día la frase, “Life is too short to learn German”, que se le atribuye a Mark Twain, a Oscar Wilde, y a otro montón de gente. No importa de quién sea. No por nada se le ocurrió alguna vez a alguien, pues incluso este nivel de silly German que tenemos muchos extranjeros, este alemán reducido, como de retardado mental, nos ha costado no pocas horas de esfuerzo. Pero es verdad que unas horas más no nos vendrían mal… a pesar de todo lo dicho.

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