Todo lo que se tira por el inodoro, el lavamanos, la ducha, las máquinas lavadoras de platos y ropa y cualquier sitio de desagüe, terminará tarde o temprano en el mar. De igual modo, todo lo que se arrastra por las calles de las ciudades va a dar a alguna alcantarilla, esas inocuas rejillas abiertas en los costados de las aceras, y de ahí a un río, y de ahí al mar. Los mares del mundo se están convirtiendo en auténticas cloacas.
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