
Cuando la Inteligencia Artificial haga todo el trabajo por nosotros ya no necesitaremos pensar. Bastará un clic para que la IA piense por nosotros, redacte nuestros textos, componga nuestra música, cree nuestro arte, realice nuestras películas, investigue en las ciencias, y en fin, resuelva todos nuestros problemas. En ese momento habremos dejado de ser Homo Sapiens. ¿Qué seremos entonces? ¿Seremos Homo ExSapiens? Bueno, ya se encargará la IA de encontrar una nueva categoría para nosotros.
Para la gente que acostumbraba trabajar con su cabeza este sería un mundo ‘ideal’: cien por ciento de tiempo libre para no hacer nada aparte de comer, pasear, follar, dormir, orinar y defecar, todos se dedicarán a leer las obras, mirar las películas, escuchar la música que la IA habrá creado para ellos. Los trabajadores manuales (mientras no hayan sido reemplazados completamente por robots, como al final sucederá) seguirán haciendo su oficio, poniendo ladrillos, paredes, techos, martillando mesas, apretando tuercas. Pero para esto no necesitarán pensar porque todo les vendrá dado por las instrucciones de uso de la IA, que serán cada vez más fáciles de completar. No como las instrucciones de uso hoy de los armarios de Ikea.
¿Acaso no es a eso a lo que ha aspirado desde siempre Sapiens? Todo el trabajo realizado desde sus comienzos como especie, los desarrollos de la técnica y las ciencias, desde siempre han apuntado a facilitar la vida, a hacer las cosas más sencillas y agradables. En tiempos primitivos pasaban frío, hambre e incomodidad. Tenían que poner en uso su cerebro y sus fuerzas físicas para reducir el frío, el hambre y la incomodidad. Y poco a poco con el paso de los siglos fueron mejorando las condiciones hasta llegar a hoy.
Si comparamos nuestra vida cotidiana de hoy con la de la gente de hace mil años por ejemplo, la diferencia es enorme en la rutina diaria, desde que la persona se levanta hasta que se acuesta. Asearse, preparar la comida, desplazarse al lugar de trabajo absorbía una enorme cantidad de tiempo y de esfuerzo físico. Hoy día el tiempo y el esfuerzo de vivir se han reducido considerablemente gracias a las facilidades de la tecnología. Si antes había que encender un fuego, ahora simplemente hay que apretar un botón para que se caliente la estufa.
Un ejemplo de la vida cotidiana: antes, preparar los alimentos en una casa de familia era una labor ardua que requería bastante tiempo. Cuando la familia se sentaba a la mesa a comer, esos platos eran el resultado de un extenso trabajo previo. Alguien tuvo que ir al mercado a escoger las verduras, las frutas, las carnes. Después alguien tenía que prepararlos en la cocina, pelar y lavar las verduras, sazonar la carne, asarla, etc. etc.. En esa labor nada más la gente se echaba toda la mañana para asegurar que la familia pudiera sentarse a la mesa a la una de la tarde a almorzar. Después había que recoger los platos sucios, lavarlos uno por uno y poner en orden la cocina. Antes de las tres de la tarde no estaba todo listo. Una buena parte del día se había ido, y ya estabas cansada.
Eran los tiempos en los que no había supermercados, y mucho menos una aplicación que luego de algunos clics te lo llevara todo a casa. Tiempos en los que no existía la comida preparada guardada con fecha de expiración en los congeladores de los supermercados y que te ahorraban el esfuerzo de pelar verdura, cocinar el arroz, y guisar la carne. El paquete comprado con un clic lo incluye todo. Por supuesto, es una comida horrible, pero qué más da cuando lo que importa es simplemente comer, llenarse la panza. Con este fin, una pizza, unas hamburguesas e incluso un poco de verdura congeladas cumplen la función. No hay sino que ponerlas dos minutos en el magnetrón. Luego, como todo está envuelto en cartón y plástico, ¡paf! a la basura. Solo un plato y un cubierto sucios que estarán en un dos por tres en la lavadora de platos.
Qué dicha, todo el tiempo que has ahorrado por no ir al mercado, no cocinar, no tener que lavar platos… Todo ese tiempo ahora lo puedes dedicar a darte un atracón (binge) de la útima serie de Netflix que estás viendo. De eso se trataba, ¿no? De hacer la vida más fácil, más cómoda, más despreocupada.
Bueno, todavía no hemos llegado a ese punto, pero para allá vamos. Cuando leemos en las noticias que los estudiantes recurren cada vez más a la IA para escribir sus artículos académicos; que los diseñadores ya no necesitan poner en uso su imaginación para crear sus diseños, y cosas por el estilo, entonces la pregunta es si los humanos (Sapiens) estamos dejando de experimentar la emoción del proceso de creación. Marcel Camus hablaba del esfuerzo humano primordial de disfrutar la lucha en sí.
Por supuesto, hay una diferencia entre crear un almuerzo o crear una obra de arte. Pero ambas cosas son el resultado de un esfuerzo físico y mental, y un tiempo invertido, que le produce satisfacción a su creador no solo al final sino, importante, durante la creación misma. El disfrute de la lucha. Qué verduras uso, qué especias, cómo las combino. Qué colores le vienen mejor a este paisaje.
La IA nos estaría deshumanizando, osea, desapienszando. ¿Estaremos condenados a convertirnos en ExSapiens? A vivir en un ‘mundo feliz’, un mundo sin esfuerzo, creado por la IA (que no es más que unos pocos individuos con todo el poder tecnológico para manipularnos) para nosotros, la gran masa de la población. El escritor Aldous Houxley tuvo la lucidez de imaginar una droga, Soma, que nos sería administrada para mantenernos en estado de felicidad, es decir, para hacernos olvidar nuestra vieja condición de Sapiens.


