Fascismo Queer

— Imagen generada con ChatGPT —

Vivimos una época confusa en la que suceden las cosas más absurdas, sin sentido e incluso contradictorias. Y a todo el mundo, o al menos a la mayoría, nos parece… normal. Ahí está, por ejemplo, la señora Alice Weidel, candidata alemana a la Cancillería, una lesbiana reconocida, cuya pareja es una mujer de Sri Lanka que reside en Suiza. Esto no tendría nada de particular, incluso sería una buena razón para votar por esta representante de la modernidad inclusiva, si no fuera porque Alice es la candidata de un partido fascista —hay que dejarse de eufemismos y llamar las cosas por su nombre— Alternativa para Alemania, AfD.

Cómo se entiende esto: la compañera de la posible futura cancillera no es ni alemana de pura sangre, como requiere el nacionalismo ultra alemán, y ni siquiera vive en el país. Y lo más sorprendente de todo es que la misma Alice Weidel está en contra del matrimonio gay y cree que hay que impulsar a la familia tradicional: papá, mamá e hijos. Cómo conciliará esto con el hecho de que su propia familia está conformada por dos mujeres que no viven en la misma casa, ni siquiera en el mismo país, y tienen dos hijos adoptados. Un modelo no muy tradicional precisamente.

Uno pensaría que no hay nada más antifascista que el movimiento LGTBQ, y sin embargo ahora vemos cómo la señora Weidel se ha encargado de conciliar lo inconciliable. Pero hay más. Resulta que el tech-trillonario Elon Musk, próximo a convertirse en amo del mundo, este mismo Musk que en muchas ocasiones no ha dudado en referirse en términos denigrantes sobre la comunidad Queer al punto de aborrecer a su propio hijo trans, ahora también está encantado conversando públicamente con doña Weidel, la mejor opción para Alemania, según él.

¿Estamos frente a una queerización del fascismo o es solamente un manejo político para llegar al poder?

Otro buen ejemplo son los Estados Unidos del conocido homofóbico Donald Trump. En su campaña presidencial de 2024 mencionó algunas veces su ‘simpatía’ hacia la población LGTBQ, su promesa de protegerlos, etc., como se puede ver en este vídeo, en el que además nadie menos que el tech-billonario de Silicon Valley, Peter Thiel, republicano y trumpista se declara abiertamente homosexual ante una audiencia que se ha opuesto tradicionalmente a los derechos gay. Es curioso ver tras las palabras de este trumpista gay las imágenes del público exhibiendo carteles que dicen: Make America Great Again o, Families for Trump. Cuando agarraron sus pancartas estas personas seguramente estaban pensando en familias hetero, papá, mamá e hijos, como quiere Alice Weidel. Pero ahí estaban ese día, vitoreando a un representante de lo opuesto.

¿Cómo estarán tratando de resolver esto los ultra conservadores gringos? ¿Y los posnazi alemanes? No que no haya gays entre ellos, pero mejor que se mantengan en el closet.

Bueno, como dice alguien en los comentarios de este mismo vídeo: se puede celebrar la Navidad sin ser creyente. Sin embargo, como añade otro comentario un poco más abajo: ¿cómo se puede decir en EE.UU. que no eres racista y que simpatizas con los negros (como dice Trump) si tienes en tu equipo gente simpatizante del Ku Klux Klan?

Lo podemos atribuir a las contradicciones de los tiempos que corren. Yo lo veo también como una ‘normalización’ de la extrema derecha fascista. Faltan pocos días para el 20 de enero, fecha en la que tomará posesión Trump II del cargo político más poderoso del mundo. A muchos nos preocupa esta ascensión, y la percibimos como el comienzo de una gran desgracia que se va a abatir sobre el mundo a partir de ese día: un retroceso en lo político, en lo social, en el cuidado del medio ambiente, vía libre a las fake news en nombre de una pretendida libertad de prensa, y tanto más.

El fantasma del fascismo se extiende también por Europa y Latinoamérica. Parece que estuviéramos en la Alemania de 1925.

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