
Dicen que las cosas solo se valoran de verdad cuando se pierden. La imposibilidad de ir a la peluquería ha tenido a la gente con los pelos de punta -literalmente- los últimos dos meses. A principios del confinamiento pensamos con preocupación en todas las limitaciones que íbamos a tener por el hecho de estar encerrados, pero en ese momento el estado de nuestra cabellera no hacía realmente parte de estas ansiedades. Era cuestión de tiempo. Repuestos ya de la neurosis por el papel higiénico, y cada vez más adaptados al nuevo estilo Zoom de vida, descubríamos de repente que el pelo nos había crecido más de la cuenta y había perdido forma y estilo. Y para algunas, peor aún, ¿de dónde salían todas esas canas que asomaban en las raíces? Como siempre las teñíamos a tiempo nos habíamos olvidado de que estaban ahí camufladas. Continuar leyendo «Por fin abrieron las peluquerías»
