Skipper y Ping, los pingüinos gay del zoológico de Berlín

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Skip y Ping, el sábado pasado en el zoo de Berlín

Si el huevo que están incubando Skipper y Ping resulta fértil, en septiembre habrá un nuevo pingüinito en la parvada. Nada del otro mundo salvo porque el bebé no tendrá mamá sino dos papás. No es la primera vez que se tenga noticia de algo así. A finales de los años 1990, en el zoológico del Central Park de Nueva York, dos pingüinos machos criaron un bebé pingüino y llegaron a formar una familia de dos padres y un niño. El caso fue tan sonado en aquel tiempo que de ahí resultó un best seller de la literatura infantil, “… la conmovedora historia real de dos pingüinos que crean una familia no tradicional…”, según dice la presentación del libro en la web de Amazon.

Desde que llegaron al zoo de Berlín hace unos meses, quedó claro para los guardianes que los dos pingüinos rey machos deseaban ardientemente tener un bebé. Pero como los machos no ponen huevos, buscaron una piedra que hiciera las veces de. Durante horas seguidas se turnaban los dos amigos para calentar la piedra a la manera como incuban sus huevos los pingüinos, parándose sobre, en este caso, la piedra y recubriéndola con la piel gruesa del vientre. (en la foto, véase la prominencia a los pies de Ping, el de la derecha)

Lo hacían de manera tan consecuente y tan responsable que los guardianes del zoológico, conmovidos, decidieron que había que darles un huevo de verdad. Casualmente por esos días, una pingüina soltera puso un huevo. Además, resulta que esa pingüina tenía una historia un poco compleja con los huevos que ponía. Quizá una especie de síndrome post parto, porque el asunto es que, una vez puestos, abandonaba los huevos. Pero no era tal. Como bien saben los pingüinólogos, es muy difícil para una pingüina criar un huevo si no tiene pareja. Para incubar exitosamente un huevo se necesitan dos, no solamente por el tiempo que hay que pasar encima del huevo calentándolo, sino porque hay que defenderlo de los otros pingüinos. Estos animales, tan lindos y graciosos, pueden ser bastante agresivos cuando se trata de proteger por sus huevos.

Parece que no fue fácil que Skip y Ping se desprendieran de la piedra a la que ya veían como su bebé en camino, pero al final lo hicieron y la reemplazaron por el huevo que los del zoo les pusieron a la vista. Hasta un pingüino se da cuenta de que un huevo tiene más posibilidades que una piedra de convertirse en un baby.

Pero en fin, piedra o huevo, da igual. Lo que cuenta de esta historia -que le ha dado la vuelta al mundo, ha sido reproducida en la prensa nacional e internacional, y hasta el New York Times le ha dedicado un largo artículo- es que una vez más está claro que dos machos amigos pueden desear tener un bebé.

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pinknews.co.uk

Se cree que la homosexualidad (si es que se le puede llamar así) es frecuente en el reino animal, y que entre los pingüinos en particular es algo bastante común. Hay casos famosos de parejas de pingüinos del mismo sexo en los zoológicos de Nueva York y en acuarios de Australia, Dinamarca e Irlanda. Cada vez que se descubre un nuevo caso de estos (no solo en pingüinos, también los patos, las jirafas, los murciélagos, los perros, en fin, todo el reino animal incluidos insectos y arácnidos) la comunidad gay salta de contento: lo ven, si se presenta en la naturaleza debe ser normal, no es un desorden, y no es pecado.

Sin embargo, el libro infantil sobre la familia de pingüinos de Nueva York fue considerado no apto para niños y vetado en la bibliotecas de los estados más conservadores del país.

No sabemos qué va a pasar con el huevo de Skipper y Ping, ni si terminarán formando una familia no tradicional como sus pares neoyorkinos. De estos últimos en cambio sí sabemos que al final no fueron muy felices ni comieron perdices. Resulta que después de seis años de perfecta fidelidad y armonía familiar, uno de ellos comenzó a echarle el ojo a una pingüina importada del Sea World de California, y se juntó con ella, mientras el otro pingüino se quedaba solo, en una esquina, mirando a la pared. Lástima, dijo el cuidador del zoo, “parecían una buena pareja”.

marcha-pinguinos-209x300Como es de suponer, este desenlace provocó en aquel momento una ola de reacciones. Los conservadores se alegraron: la naturaleza vuelve a la ‘normalidad’. Fue por esos días justamente que salió al mercado el documental La marcha de los pingüinos, que tiene un enfoque conservador, profamilia, dentro de un imaginario cristiano. Por otro lado, los estudiosos señalaron que en el reino animal la normalidad era más bien la bisexualidad, y al menos entre los simios, una exclusividad homosexual no es muy corriente. Los gays no estuvieron muy contentos en ningún caso.

Hace años que no nace un nuevo pingüinito en el zoológico de Berlín. No vendría mal pues que el huevo que incuban estos dos chicos haya sido fecundado, por que si no, bien habrían podido continuar incubando la piedra. En el periódico NRC Handelsblad de Holanda leo que, con el fin de aumentar la población pingüina del zoológico de Bremerhaven (norte de Alemania) en donde solo había pingüinos machos, los encargados importaron hembras desde Suecia para que se aparearan con los machos. Sin éxito. La relación entre las parejas de machos era muy fuerte, había que forzarlos a romperlas. Para escándalo y protesta de la comunidad gay local, con razón.

Relaciones fuertes o que las suecas no les gustaban. La próxima vez mejor que lo intenten con unas pingüinas de California.

 

2 opiniones en “Skipper y Ping, los pingüinos gay del zoológico de Berlín”

  1. La historia es maravillosa en cuanto a que en la naturaleza biológica misma no se dan de manera definida los sexos de macho y hembra como única posibilidad de vida. Aquello de los dos únicos sexos ha sido una invención cultural muy mediada por lo religioso.

    Un abrazo por la historia y el buen humor

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