El arte en los tiempos del comunismo

TrakWendisch
El Equilibrista (1984) Trak Wendisch. Expuesto ahora en el Museo Barberini de Potsdam

El precioso museo Barberini de Potsdam inauguró hace unas semanas la exposición Hinter der Maske. Künstler in der DDR (Detrás de la Máscara. Artistas de la RDA) con más de cien obras realizadas en la época de la Alemania comunista. Esto es algo que hay que ver.

Aunque han pasado 27 años desde la reunificación de las dos Alemanias en 1990, a muchos alemanes que nacieron y se criaron en el Este todavía les cuesta digerir el hecho de que Alemania occidental haya impuesto un orden económico y social que desconoce todos los valores de la etapa comunista en la que crecieron. Como si todas las realizaciones de la República Democrática Alemana RDA (1949-1990) hubieran sido malvadas y peligrosas y por eso había que eliminarlas.

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Pintores de Potsdam (1976-1980), de Karl Raetsch

Uno de los campos en los que se nota esta frustración es en el del arte. Los grandes museos y galerías de arte relegaron durante muchos años a la buhardilla las obras de los artistas de la RDA porque no se ajustaba con los patrones occidentales dominantes de esas décadas. Pero parece que ahora esto comienza a cambiar. Se está despertando la curiosidad sobre lo que hacían los artistas alemanes que vivían bajo el régimen comunista. ¿Qué hicieron? ¿Cómo era posible trabajar en medio de la constante vigilancia del sistema? ¿Expresaron los artistas su protesta, su crítica, en sus obras de ese periodo?

Heisig
El Estudio (1979) Bernhard Heisig

La exposición del Barberini, abierta hasta el 4 de febrero de 2018, muestra a varios de los artistas más representativos de la RDA. Los nombres, al menos a mí que no soy experta, no me decían nada. Pero la impresión que causan a primera vista los trabajos de A. R. Penck, Willi Sitte, Werner Tübke, Trak Wendisch, Elisabeth Voigt, para nombrar solo algunos de ellos, te dejan con ganas de dar un segundo vistazo. Y quieres saber más de ellos.

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La ventana gris (1969), Wolfgang Mattheuer

El principal acierto de esta exposición está en su temática. El artista de un régimen opresivo está más o menos atrapado entre la opción de producir de acuerdo con determinados modelos, determinados requisitos estéticos, que les son impuestos, o a hacer lo que quiere condenándose a la reclusión, a no poder exponer, o a buscar el exilio. No obstante, en vez de enfocarse directamente en la dimensión política de las obras debido al contexto en que fueron producidas, la muestra se distancia de este contexto para poner el foco en el artista y su autoimagen, a través de tres temas: el autorretrato, el retrato de grupo, y las imágenes del lugar de trabajo del artista. Desde esta ventana se aprecia el adentro y el afuera del taller del artista. Y, ¿no hay un poco de surrealismo en la imagen del artista volando en una paloma?

Los amantes del retrato como expresión plástica van a hallar aquí bastante materia para recrearse. Por la política no hay que preocuparse porque todo está cargado de política, aunque no se la señale explícitamente. Según leo en el catálogo, muchos artistas de ese periodo encontraron en el autorretrato un espacio para su creatividad que podía pasar desapercibido para los controles del Estado. Así pues, aparentemente neutrales, estos rostros y figuras humanas tienen en realidad una enorme carga política. Estos autorretratos revelan la mirada crítica que los artistas volcaron sobre sí mismos. En ellos el artista se examina, se evalúa, se confronta con el mundo en el que vive.

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Un ejemplo es este Autorretrato con tubo y casco (1984), de Willi Sitte, uno de los artistas más importantes de ese periodo, que además de pintor era funcionario del régimen. Desde la reunificación de las dos Alemanias, las obras de Sitte vienen siendo objeto de debate por su ‘mensaje comunista’. Comunista o no, es un retrato impresionante, del cual se podría decir mucho más de lo que se desprende del casco del obrero.

O este autorretrato de Hans-Hendrik Grimmling titulado, Yo en Leipzig, de 1978:

Grimmling

Este de Paul Michaelis, de 1984:

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Este de Harald Metzkes, Januskopf (1977), una imagen muy diciente de un hombre y su máscara:

Metzkes

El cuadro del equilibrista, de Trak Wendisch,  al comienzo de este artículo es particularmente significativo como símbolo del artista de esa época, alguien obligado a hacer maromas para sobrevivir. Miren la expresión de pánico en su cara ante la caída al vacío:

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Sin duda, en Alemania se va a seguir hablando bastante sobre qué pensar, cómo interpretar el arte de la antigua RDA. Según el catálogo de la exposición, las obras de Wendisch son como cánticos apocalípticos de la condición humana.

Aparte de todo esto, da gusto ver de vez en cuando arte contemporáneo que no es ni abstracto, ni conceptual, ni minimalista, etc. El comunismo era alérgico a lo abstracto y otras formas que se desarrollaban en occidente. Consideraba el ‘formalismo’ en las artes (incluso en la música) como una degeneración burguesa. Muy probablemente a estos artistas les tocó quedarse en lo figurativo para sobrevivir. pero, vistas estas obras con la distancia que da el tiempo, no se puede acusar de pobre el arte de los años del comunismo alemán.


Todas las obras aquí mostradas hacen parte de la exposición del Barberini.

7 opiniones en “El arte en los tiempos del comunismo”

  1. «El artista de un régimen opresivo está más o menos atrapado entre la opción de producir de acuerdo con determinados modelos, determinados requisitos estéticos, que les son impuestos, o a hacer lo que quiere condenándose a la reclusión, a no poder exponer, o a buscar el exilio»: es realmente acertado (y ciertamente elocuente) la manera en que dices esto…
    Pensaba en estos artistas que hicieron del autorretrato un pretexto para la crítica social … y lo asociaba en términos generales con muchas otras vanguardias artísticas (vanguardias que por este motivo, a pesar de los años… tal vez pueden seguir siendo consideradas tales… en muchos sentidos). El Futurismo, el Dadaísmo por ejemplo… pero incluso- y hasta- movimientos como el Existencialismo, que en sí fueron críticos y radicales.
    La pintura de Trak Wendisch es increíble, realmente genial. Y cuando comentabas que la obra de este artista era interpretada como «cánticos apocalípticos de la condición humana», claro pensé en «El Extranjero» de Camus…
    Obviamente, estoy alejándome de la lectura claramente política que planteas en el post. Pero, es interesante pensar en el arte como expresión crítica de un determinado «orden», sea éste político, social, filosófico, etc.
    Excelente entrada… Muchas gracias por compartir. Feliz fin de semana … 🙂

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    1. No me extraña que hayas pensado en Camus. Por otro lado, la influencia de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX es clara en las obras de los artistas de la RDA. Mientras en el arte occidental (que también venía de las vanguardias) se impuso lo abstracto, en el Este siguieron experimentando con la figura. En estos momentos hay en Alemania todo un proceso de redescubrimiento de estos artistas, y en los próximos años se van a poder ver y conocer a grandes artistas que han estado relegados en las últimas décadas. Saludos.

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  2. Amira Armenta sabe siempre impresionar e interesar con su Bloc de Notas desde Berlin. Esta entrada sobre la exposición en el Barberini de Postdam es un claro ejemplo de ello. Otra cosa que me impresiona de Amira es su imparcialidad, virtud poco frecuente en comentaristas, periodistas y todos los que utilizan la pluma, ya sea para gloria suya o para informar al resto de la humanidad. Meine Gratulation Amira, du machst es großartig!

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