Sentimientos antiislámicos y antiinmigración deciden las elecciones en Berlín

demo1Hace un par de años prácticamente no existían, pero hoy tienen representación en diez parlamentos regionales, de los dieciséis que existen en toda Alemania. Lo que más llama la atención del rápido ascenso de la AfD (Alternative für Deutschland), un partido islamófobo de extrema derecha, es que avanza dando grandes saltos, como el conseguido ayer en las elecciones de Berlín en las que pasó de cero a obtener 14,2 por ciento de los votos. Y esto en Berlín, una ciudad tradicionalmente conocida por su espíritu tolerante y de simpatías de izquierda.

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NPD es otro partido nacionalista de extrema derecha

Los partidos tradicionales -al CDU de Angela Merkel le fue fatal ayer en Berlín- están perdiendo rápidamente electores al tiempo que los ha ido ganando la extrema derecha. Esta vez se puede decir que ¡no es la economía, estúpido! sino los refugiados, la inmigración, el miedo al islam, lo que está verdaderamente propiciando un cambio en las votaciones. En Dinamarca el partido antiinmigrante es el segundo más grande del país. La fiebre antiinmigratoria está subiendo en casi todos los países de Europa, y con ésta la generalización y normalización de discursos de odio y propuestas políticas que hace una década habrían parecido escandalosas, como el cierre de fronteras, y la expulsión de refugiados en situación irregular (la mayoría) sin importar de dónde provengan.

La gente tiene miedo de perder los beneficios alcanzados por la sociedad si estos deben ser ahora repartidos entre los cientos de miles (un millón en Alemania) de recién llegados. Y este miedo se extiende incluso a las generaciones anteriores de inmigrantes quienes ven también en los recién llegados una amenaza a condiciones de vida alcanzadas con gran esfuerzo.

sharialawPero hoy día el problema es principalmente cultural. La percepción es que los musulmanes no se asimilan tan fácilmente como lo hace la gente de otras culturas. La percepción es la de que los musulmanes llegan con sus chilabas y sus largos velos negros, queriendo construir mezquitas en todos los barrios, llegan con sus costumbres y sus valores que quieren seguir manteniendo como si vivieran aun en sus países de origen. La percepción es la de que si no se hace nada, los musulmanes terminarán imponiendo la Sharia.

Esta situación está conduciendo a que, en vez de un lugar de encuentro enriquecedor de culturas, Europa termine convirtiéndose en un campo de confrontación, de choque, de culturas.

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Yo todavía quiero creer que es posible un mundo multicultural, multiétnico y multirreligioso. Creo que el modelo anglosajón de la multiculturalidad es válido. Que la integración a la sociedad debe poder permitir mantener espacios en los que la gente exprese sus diferencias, sus particularidades: otras comidas, otros ritos religiosos, otra manera de vestir.

Pero este es un modelo que exige bastante tolerancia de uno y otro lado. Y esto es algo que se está perdiendo rápidamente. Lo vemos con el caso de la prohibición al burkini, para mencionar un asunto reciente. Y por el otro lado en la necesidad de que los inmigrantes y refugiados estén dispuestos a aceptar las normas de la sociedad que los acoge, los principios constitucionales de esas naciones. Por ejemplo, no tienen que estar de acuerdo con el matrimonio gay -de hecho, muchos europeos están en contra- pero tienen que tolerarlo. Y si la ley dice que la escuela es obligatoria y la educación es laica (como es el caso en Francia), entonces tienen que mandar a sus hijos e hijas a la escuela y cumplir con este requisito. Después que vayan a la mezquita, a la sinagoga o a la iglesia a rezar si así lo quieren.

No hay razones para ser optimistas. Un estudio especial sobre el Islam a cargo de la Fundación Bertelsmann en 2015 encontró que en Alemania, un 57% de la población alemana considera que el islam es una amenaza. Una amenaza, no solamente por la violencia del terrorismo de grupos asociado al islam radical sino una amenaza a los valores de la cultura occidental. Esto explica el crecimiento de partidos como la AfD en Alemania y otros similares en más países europeos. Estos partidos estimulan el choque de las culturas –particularmente entre europeos blancos y musulmanes– y ponen en riesgo el éxito de la multiculturalidad, la convivencia y la integración.

migrationEn Europa vive hoy una cantidad menos grande de lo que se piensa, pero significativa de musulmanes. En Francia, por ejemplo, el país con más musulmanes, estos constituyen solamente el 7,5 por ciento de la población total, aunque lo más seguro es que este porcentaje crezca en los próximos años. En vez de prepararse para una confrontación con esta población como parecen estar haciendo los partidos del estilo de la AfD, por qué no mejor prepararse para su buena integración en beneficio de todos. Entendiendo que integración y multiculturalidad son dos modelos que no se oponen necesariamente.

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